«A veces sale más rentable dejar el camión parado»

«En una semana apenas salgo de viaje dos veces, cuando antes no había semana que no tuviera cinco o seis salidas». Jorge Cabrera está casado y tiene dos hijas. «Soy camionero porque me gusta este trabajo» y reconoce que no ha pensado en dejarlo, pese a la crisis. Aún así, Jorge lamenta que su gremio esté sufriendo como nadie las consecuencias de la recesión económica. «Cuando no son los precios del petróleo, es la falta de trabajo», se queja este autónomo, que ya estuvo empleado como conductor, antes de comprarse su camión Scania, que le costó más de 14 millones de las antiguas pesetas. «En este trabajo los gastos son enormes. Un bicho de estos se lleva en cada revisión un mínimo de 600 euros, y llenar el depósito puede llegar a costar 1.000 euros, porque cuando vamos cargados hasta los topes, gastamos unos 36 litros cada 100 kilómetros», explica. «Por eso, arrancar un camión para ir a Madrid por 300 euros no nos sale rentable, resulta mejor estar parado», sentencia Jorge, que explica que la crisis también ha supuesto para el sector una reducción de los precios de transportes. «Cuando un camión hace un porte de un contenedor hasta un puerto, la compensación económica es fija; pero en el resto de cargas, el precio varía» y se ajusta a la ley de la oferta y la demanda: cuando hay poco trabajo, bajan los precios. «Ahora hay muchos camiones parados, cuando antes se peleaban por nosotros y pagaban mejor», asegura Jorge.