El presidente Obama lleva ya 100 días en el Gobierno./ Reuters
ANÁLISIS

El precio de la victoria

El ‘mito Obama’, después de cien días de Gobierno, aunque atemperado, se mantiene

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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The New York Times publicaba el lunes un descriptivo artículo sobre el impacto real de Barack Obama en las vidas de los estadounidenses. Si nos atenemos a los testimonios ciudadanos, el nuevo presidente está cumpliendo su promesa electoral de enfrentarse a la crisis económica como prioridad. El ‘mito Obama’, aunque atemperado, se mantiene: “Sí, los dineros del plan (de estímulo fiscal) ayudan. Ello ha creado una nueva sensación de esperanza en esta comunidad”, respondía al diario Anthony Malone, un funcionario de Indiana. Pero a pesar de los trabajosos síntomas de movimiento en la economía, es imposible pensar que Obama no ha cambiado. El profesor idealista que inició su carrera política en Illinois no era el mismo candidato decidido, aunque verde, que debatió con Hillary Clinton en las primarias de California a principios de 2008. Y éste queda lejos del político cada vez más avezado que está dejando a su estela el ejercicio del poder.

El equipo de comunicación y propaganda de la Casa Blanca ha cometido más errores en cien días que en cuatro años de campaña electoral. Es cierto que los problemas con las designaciones fallidas de miembros del Gabinete (Richardson, Daschle, Gregg) -y las no fallidas, pero criticadas (Geithner, Sebelius)—, la pifia del avión presidencial sobrevolando la ‘Zona Cero’ y las contradicciones acerca de los memorandos de la CIA sobre tortura se pueden atribuir más a las aristas logísticas de tener que gestionar el centro de poder más influyente del mundo que a una repentina incompetencia o a una voltereta ideológica. Pero los críticos también pueden ver en algunas de ellas, como la decisión de no perseguir a los autores materiales de torturas durante la ‘era Bush’ o el nombramiento de Clinton, una férrea defensora de Israel, la pátina de un áspero pragmatismo escasamente comprobado durante la campaña.

Las grandes líneas de batalla que determinarán si Obama is for real vendrán marcadas por cuatro ejes: la reforma financiera y del sistema de salud, la estrategia energética y la política hacia Oriente Medio y el conflicto afgano. Se pueden contar pasos adelante en todos ellos -el 60% de los ciudadanos así lo cree-, pero observando algunas decisiones queda la sospecha de que en el camino se van a quedar algunas promesas e ideales (por ejemplo, la solución al conflicto Israel-Palestina). Quizás sea ése el precio de los logros que sí se intuyen, especialmente en el plano económico.