Italia despide a sus muertos y reza por ellos. /AP
funeral de estado

Miles de personas despiden a las casi 300 víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia

Los oficios se han celebrado en la plaza de la Escuela de Suboficiales de la Guardia de Finanzas de L'Aquila, donde ha sido instalado el tanatorio de la tragedia

ROMA Actualizado: Guardar
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Cerca de 8.000 personas han asistido a los Funerales de Estado que se han celebrado esta mañana en la plaza de la Escuela de Suboficiales de la Guardia de Finanzas de L'Aquila y donde han recibido las exequias 205 de las 289 víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia el pasado lunes. Una larga hilera de coches hacía cola a primera hora de esta mañana para acceder al edificio de la Guardia de Finanzas habilitado para la ocasión y que en los últimos días alojó el tanatorio provisional al que iban llegando los féretros a medida que los servicios de rescate sacaban nuevos cadáveres de debajo de los escombros.

El ambiente dentro de la plaza donde se han celebrado los funerales era silencioso y de sumo respeto por las víctimas y sus familiares, los cuales, entre llantos y lamentos, pudieron despedirse tanto antes como después de la ceremonia. "¿Por qué, por qué volviste a entrar?", gritaba la madre de uno de los fallecidos, un joven veinteañero que en un primer momento logró salir, pero decidió volver a entrar para rescatar a su novia, que había quedado atrapada bajo los escombros. Al final, murieron los dos. "Se querían casar, iban a casarse", ha seguido lamentando la mujer, entre lágrimas.

Otro de los familiares de las víctimas, Francesco Iannini, de 73 años, perdió a su nuera. Como muchos otros, en el momento del seísmo Iannini estaba durmiendo, en la cuarta planta de uno de los edificios de la calle Francia, en L'Aquila. "Me quedé inmóvil, en la cama. Tenía mucho miedo y esperé, hasta que me convencieron de que era mejor salir de allí", ha relatado el hombre, que permaneció en el edificio hasta la mañana siguiente. Luego, cuando bajó, pudo comprobar la suerte que había tenido, pues algunos de los pisos inferiores dentro de su mismo edificio se habían desplomado casi por completo.

Viernes Santo de luto

Italia entera ha vivido un Viernes Santo de luto, en que las banderas de todo el país ondearon a media hasta. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, el primer ministro, Silvio Berlusconi, y numerosas autoridades civiles, militares y diplomáticas también han estado presentes en el funeral para decir su último adiós a las víctimas y manifestar su apoyo a las familias y damnificados.

Los 205 ataúdes se han situado en el centro de la plaza, justo delante del altar desde el que el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, ha presidido la ceremonia. Todos los féretros tenían encima una gran corona de flores. Entre ellos conmovían especialmente los de los niños, más pequeños, de color blanco y, en algunos casos, colocados sobre el ataúd donde reposaban sus padres.

Especial bendición apostólica del Papa

Al inicio de la ceremonia, el Papa Benedicto XVI ha impartido su especial bendición apostólica sobre las víctimas y sus familiares a través de un mensaje que fue leído por su secretario particular, monseñor Georg Gänswein. "Me siento personalmente presente en medio de vosotros", ha afirmado el Papa, que pidió a Dios que "seque las lágrimas y cure las heridas" que ha causado este "terrible terremoto".

Durante la homilía, Bertone ha asegurado que "el Papa no ha dejado nunca de rezar, desde el primer momento". "Nos inclinamos ante el enigma indescifrable de la muerte, que no obstante, es también una ocasión preciosa para entender cuál es el verdadero sentido de la vida", ha señalado el cardenal, que ha sido enviado especialmente por el Pontífice para manifestar su apoyo espiritual a las familias de las víctimas.

En el terremoto también murieron al menos seis personas de religión musulmana, pertenecientes a las comunidades de inmigrantes que pueblan la región del Abruzzo. Por esta razón, al final de la ceremonia, el imán Bashan Mohamed ha pronunciado un breve discurso, en el que todos, cristianos y musulmanes, "nos estrechamos en un único abrazo" unidos "como ciudadanos".