AUSTERIDAD. La Virgen de las Lágrimas sale con los sones de 'Virgen del Valle'. / F.J.
CÁDIZ

Lágrimas en Santiago por culpa de quienes no tuvieron Piedad

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Queda media hora para la salida de la hermandad de la Piedad y en la plaza de Pío XII los palcos ya están aceptablemente poblados. Los más pequeños escuchan los sonidos de los tambores y señalan hacia la calle Compañía por donde aparece majestuosa la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Victoria, que llega desde la localidad de León, después de emprender, desde el pasado viernes, un tour por Andalucía. Ya se conocen la región de memoria como Chaves y casi tan bien como Griñán, un relevo político que pasó casi desapercibido entre los mentideros cofrades gaditanos.

También en la calle Compañía, concretamente en el Seminario de San Bartolomé, forman los penitentes que, posteriormente, acompañarán a las imágenes titulares del Cristo de la Piedad y la Virgen de las Lágrimas. En el interior del antiguo templo jesuita se respira un silencio propio del momento. El primer teniente de alcalde, José Blas Fernández, rememora sus anécdotas de cuando ocupaba el cargo de vicehermano mayor de la corporación.

Con puntualidad se abren las puertas de la iglesia y el cortejo avanza camino de la Catedral. En la presidencia sobresale, como es tradicional, la irremplazable representación militar compuesta por el Coronel de Racta 4 y General Gabriel Martínez Valera que marchaba en calidad de hermano mayor honorario y el teniente coronel Juan José Lucero, así como el ayudante y suboficial mayor Anselmo Fernández. Junto a ellos también hacían estación de penitencia con la cofradía el que fuera mayordomo Jorge Müller y el director espiritual, José Manuel Daza. El rezo del Padrenuestro precede al inicio de la procesión. La Escuadra de Gastadores comienza a rendir honores y el misterio se detiene delante del cancel de Santiago poco después de las seis y media de la tarde tras la maniobra resuelta con solvencia por la cuadrilla dirigida por Manuel Ruiz Gené. Debajo del paso llamaba la atención la presencia de Joaquín Cortés, capataz del Despojado, todavía exultante después del gozoso Domingo de Ramos vivido. El contrapunto lo aportaba el sufrimiento que contagiaba un hermano con cadenas y una cruz de grandes dimensiones.

Diez minutos después, el paso de palio ya está en la calle. Suena la marcha Virgen del Valle, un clásico en los primeros pasos de esta Dolorosa antes de llegar a la seo gaditana.A las siete y media, conforme al horario establecido, la cruz de guía se situaba en la plaza de Candelaria antes de emprender camino al epicentro de la carrera oficial.