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Más gasto público, ¿para qué?, para nada

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El consumo, la inversión y las exportaciones de la economía española caen en picado, mientras que lo único que crece es el gasto público. Todo ello se traduce en una plaga destructora de empleo y en un desmesurado deterioro de las cuentas públicas. Ambas, exteriorizan a la vez que explicitan el estrepitoso fracaso de la política económica del Gobierno. Hemos pasado de un 2% de superávit al cierre del ejercicio de 2007 a un déficit que excede del 3% a final de 2008. Del desempleo mejor no hablar.

El Gobierno en su cruzada social sólo entiende el arreglo de la situación presente con un desmesurado aumento del gasto público, como sí la solución pasa por hacerlo llegar al infinito. Fijando nuestra atención en los acontecimientos de la Gran Depresión del 29, observamos como el incremento del gasto como paliativo contra la crisis, supuso al final un incremento medio del 4% de la cifra de desempleo. Tampoco en Japón, este recurso de incremento del déficit, ha sido el antídoto necesario, habiendo convertido la crisis en estructural desde su primera sintomatología en los albores de la década de los noventa.

El problema que subyace con este intervencionismo instalado y presuntamente salvador, es su pretensión de suplantar la caída del consumo y así de forma artificial, apuntalar precios y salarios para que no se derrumben. El sostenimiento del mercado producto de la intromisión pública, no es deseable, aunque posible en el corto plazo, deviene en imposible en el largo plazo. Así lo manifestaban James Buchanan y doscientos economistas en The New York Times, donde además, aconsejaban a sus gobernantes que la senda de la recuperación y el crecimiento económico estable y sostenido vendrán dado por la eliminación de los obstáculos al trabajo, al ahorro, a la inversión y a la producción. Amen de recomendar, que si se toca la política fiscal, esta debe ser la de bajar los impuestos, para así rebajar la carga tributaria.

En España ¿Qué se ha hecho hasta la fecha? Exactamente todo lo contrario. Kovacic, Presidente de la Federal Trade Commission se manifiesta en parecido sentido posicionándose en contra de las llamadas al proteccionismo, que podrían convertirse en una patología de dimensión universal, en detrimento del comercio internacional. Alude al riesgo de convertir las medidas de urgencia contra la crisis en algo permanente como ocurrieron con aquellas que se desprendieron del tan cacareado ahora New Deal. Concluye éste advirtiendo que la crisis no puede ser la excusa para olvidar la libre competencia.

En relación con la crisis de los años 30, Einstein abogó por la necesidad del análisis de sus causas, por la proposición de soluciones y desde luego trabajar duro para salir del atolladero. Pero, también advirtió de la imperiosa necesidad de acabar con la gran crisis que reside en la tragedia de no querer enfrentarse a ella para superarla. Todo el mundo sabe que hay que poner patas arriba la economía española, cambiar el rumbo de su dinámica de crecimiento y desarrollo y para eso es necesario las consabidas, reiteradas y manías reformas estructurales de la economía española, peculiares, novedosas, incisivas para que España se convierta de forma permanente y no coyuntural, como ha pasado ahora, en una auténtica potencia económica y que ello redunde en beneficio de los ciudadanos de este gran país que comienza en el norte en las fronteras de Hendaya y del Languedoc-Rosellón, más que les pese a algunos, hasta el más recóndito lugar de las Canarias en el sur.