Sin escrúpulos

Nunca dejarán de sorprenderme. La falta de escrúpulos de la clase política parece cada vez más una condición sine quanon para acceder a determinados puestos. El primero de los ejemplos lo tenemos estos días en la manida cacería del señor Bermejo, que no sólo intima con el juez que tiene abierta una importante causa contra la oposición (al magistrado tampoco le arriendo las ganancias), sino que ahora resulta que reconoce abiertamente y sin ningún puder que practicó la caza sin licencia.

Si hacen este tipo de cosas con cuestiones menores, qué no harán y qué tejemanejes no se traerán entre manos con asuntos de mayor envergadura. Aún así no hay que preocuparse por el futuro del ministro, pues piensa seguir aportando su contribución particular a la mejora del país, a pesar de la huelga histórica con la que los jueces han terminado de ensuciar su mandato. Cuando aún no me he repuesto de mi enojo, ayer las noticias nos informan de que el Bloque Nacionalista Gallego engañó a un grupo de jubilados, que pensaban que se dirigían a una excursión a Portugal cuando en realidad fueron introducidos sin nocturnidad pero con total alevosía en un mitin.

Con esta práctica, los soberbios del BNG no sólo se creen con potestad para manejar las voluntades ajenas, sino que dan por supuesto que los pensionistas, aparte de mayores, son tontos. Ante este panorama, aderezado con los continuos casos de corrupción que de unos y otros, nacionales y municipales, a diestro y siniestro, a una le dan ganas de esconder la cabeza en el caparazón y sacarla cuando mejoren los tiempos, allá por 2027.

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