Opinion

parrilla de jerez

Cada año que pasa veo, mejor dicho siento, como la figura de Manuel Fernández Molina se agranda. Y lo hace porque su ausencia nos sensibiliza y muestra lo huérfanos que nos dejó su guitarra. Apenas recibimos el nuevo ejemplar que cada año edita Cajasol, por lo general repeticiones de aquellos que él grababa cuando estaba en activo, y en los créditos leemos su autoría, bien como director artístico, letrísta o guitarrista, no podemos menos que emocionarnos. Recordamos haber tenido el privilegio de compartir con él muchas de aquellas ediciones y la alegría que le suponía ver su trabajo plasmado en vinilos o soportes CD-ROM porque eran el resultado de meses de investigación, de desplazarse por diferentes pueblos de nuestra provincia para contactar con tal o cual familia de la que, según le habían dicho, tenían la tradición de cantar viejos villancicos por Navidad. Recuerdo como aún en el verano Manuel Parrilla viajaba a la Línea o Algeciras en donde, una vez contactado con la susodicha familia sacaba la guitarra del maletero del coche y los hacía cantar villancicos en pleno mes de agosto.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Villancicos

A veces era el abuelo o la abuela, ya muy viejitos, los que decían tener el conocimiento pero al fallarles la memoria nuestro guitarrista se tenía que volver para Jerez sin haber escuchado los villancicos, por lo que era frecuente hacerles más de una visita. Fueron muchos los villancicos que tuvo que arreglar o reconstruir porque la tradición oral los había mutilado o desvirtuado, completando con verdadero acierto los versos o las estrofas que faltaban. ¿Y que decir de las músicas? Causa admiración el impresionante número de músicas y de falsetas que este gran artista incluye en la colección de Así Canta Nuestra Tierra en Navidad; todas nuevas y diferentes, sin repetirse ni parecerse unas a otras y eso sí, con el marchamo singularísimo de su inigualable sonanta. No es extraño pues, que cada año artistas de la categoría de Tomasa Guerrero la Macanita lo recuerde y dedique sus cantes allá donde vaya en teatros y escenarios. O el caso del joven guitarrista Miguel Salado, alumno suyo, quien en memoria de su maestro nos deleita con algunas de sus conocidas falsetas. Como también otros artistas de la talla de Chano Lobato ó Pansequito los que cuando nos encontramos y hablamos de Manuel Parrilla se deshacen en elogios destacándolo como artista, como guitarrista, como músico, como buen gitano y persona noble.

Por su edad, Parrilla de Jerez vivió la época dorada del flamenco participando como guitarrista de acompañamiento en el resurgimiento de este arte junto a cantaores ya consagrados, como también colaborando al descubrimiento y popularidad de nuevos valores, algunos de los cuales dicen actualmente sin reparos: «el mejor de todos mis discos es el que grabé con Manuel Parrilla». Debido a su especial sensibilidad y capacidad de adaptación, los cantaores se lo han sorteado cuando de cante puro se trataba, habiendo realizado alrededor de un centenar de grabaciones. No en balde fue el guitarrista de La Paquera.

Todos lo años por Navidad o Año Nuevo lo visito en su casa de la calle Campana, donde a pesar de su estado de postración, intercambiamos anécdotas y recuerdos que en su memoria anterógrada se conservan en lucidez permanente. Lejos quedaron los años en los que departíamos cantes, toques y flamenquerías hasta altas horas de la madrugada. No podía imaginarme entonces que la vida me haría pasar la dura prueba de ver el deterioro de tan virtuoso artista y mejor persona.

Artista de artistas

Pero la enfermedad y el infortunio se han cebado en alguien que nunca hizo mal a nadie, toda vez hacer feliz a los demás con su talento y las músicas que era capaz de sacar de su guitarra, tales fueron las marchas procesionales. Motivo por el cual LA VOZ lo trae hoy a esta página porque es de conciencia desearle lo mejor a este artista de los artistas, que ya ven en su inconmensurable obra un espejo en el que mirarse y una reliquia para la posteridad.