Opinion

Amigo Cándido Gómez

Parece que fue ayer cuando estabas con nosotros y ya ha pasado todo un año. Desapareciste de nuestra presencia cual viento que todo lo arrastra. Te llevó, te fuiste con él al espacio de los tiempos a esperarnos, a hacernos un sitio a los amigos que dejaste en el camino. Me imagino sentado delante de una mesa frente a tu nieto Pedro, que ya será todo un hombre, enseñándole a colocar las fichas de dominó. Algunos mortales me dirán; bueno, que espere, pero amigo mío, qué son 20, 50 ó 100 años, si es sólo un instante en la eternidad. Allá no existe el tiempo.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El pasado martes, 9 de diciembre, acudimos todos a una misa por el eterno descanso de tu alma. Donde nos dolió muchísimo rememorar tus hazañas y vivencias. Porque tu recuerdo no se ha apagado un instante, está cada día más presente en nosotros. Y creo que esa presencia es más bien individual en cada persona porque, sí, nos reunimos de vez en cuando y echamos unas partiditas de dominó, pero ya no es lo mismo, poco a poco nos alejamos cada día a ese centro en el que siempre estaba lleno de tu presencia y, aunque no fuese ese tu deseo, la vida es así y se acabó, hay que vivir una nueva etapa sin tu presencia.

No puedo seguir, he de terminar porque parece que verdaderamente vas a recibir esta carta en tus propias manos, ¿ojalá fuera cierto! Sólo te digo que, como versa la canción... «algo se muere en el alma, cuando un amigo se va».

Esteban Fernández Villegas. Jerez