SOR MARÍA DOLORES. La directora del comedor social más importante de Jerez. / JAVIER FERNÁNDEZ
SOR MARÍA DOLORES DIRECTORA DEL COMEDOR SOCIAL EL SALVADOR

«Algunas familias vienen al Comedor para poder pagar sus hipotecas»

Las Hijas de la Caridad dirigen una de las instituciones sociales más importantes de la ciudad «Jerez es solidaria. Gracias a sus ayudas, El Salvador sigue abierto», afirma su directora

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Salvador tiene 103 años. Jerez sabe que en la plaza Ponce de León están las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, son las que llevan con mucha entrega y humildad este rincón de la ciudad, donde al necesitado, además de un plato caliente, se le da amor.

Sor María Dolores lleva cinco años como directora, la veo aparecer, menuda, por esos largos pasillos. Viene acompañada por Sor Victoria que está «para las compras pequeñas y lo que haga falta, pero lleva muchos años aquí, antes fue Hermana Sirviente». Las veo tan frágiles de aspecto pero tan fuertes de alma, tan entregadas a los demás, a hacer el bien sin pensar en ellas, que me emociona mirarlas y escuchar su alegría, sus esperanzas. «De todo se sale», me dicen refiriéndose a la crisis. «Lo que hay que tener es fe porque ya hemos salido de otras». Mientras nos alejamos del frío del claustro, le voy preguntando por su congregación. «Fuimos fundadas en París en el año 1633 por San Vicente de Paúl, que conmovido por la pobreza comenzó a socorrer a los necesitados». Nos refugiamos en una pequeña oficina y enseguida me encienden un calentador. Entusiasmadas, me siguen contando que San Vicente confió en Luisa de Marillac, después santa, siendo ésta la primera Hija de la Caridad, que a España llegaron en 1792 y que

-¿A cuántas familias dan de comer cada día?

-A ciento quince familias atendemos ahora, antes eran unas ochenta. Éstas son las que se llevan la comida a sus casas. De transeúntes que vienen a comer al comedor, a más de ochenta. Antes había como unos cincuenta. Algunos incluso vienen de fuera de Jerez, será también por la crisis.

-¿Ha cambiado algo el perfil del que viene pidiendo ayuda?

-Sí, hay gente que se ha quedado sin trabajo y llegan diciéndonos: «hermanas o pagamos la hipoteca o la comida». Y les decimos que vengan a comer aquí y no se queden en la calle porque sin techo ya hay muchos por ahí.

-Será difícil para ellos, al no estar acostumbrados a esta situación. ¿Ese pudor como lo salvan?

-Hablándoles. Les preguntamos, ellos nos cuentan. A veces la acogida es más importante que la comida y ellos lo agradecen. Atenderlos, ya que vienen a por un plato de comida, que no se sientan humillados. Algunos, por el paro que hay ahora, no se han visto nunca en estas circunstancias.

Sor Victoria me apunta que «hay personas que les tiemblan las bandejas porque no han estado nunca en una fila, haciendo cola para pedir comida. A lo pocos días se les pasa y vuelven más tranquilos. Y a otros, los que vienen más desarreglados, la hermana encargada del ropero les da lo que les haga falta».

-Para llevarse la comida a sus casas, tienen que demostrar que de verdad son familias necesitadas.

-Claro, es que la manera de hacerlo tiene que ser esa. Primero se les hace una entrevista para ver sus necesidades y el número de miembros de la familia. Después vienen con su cartoncito, como decimos nosotras, y recogen la comida. Los que ya se les conoce vienen y ya está, pero los nuevos hay que hacerlo en el primer día y luego ya entran y se llevan para toda la familia. Luego, diariamente se llevan pan y leche. Y la hermana encargada de la cocina les da arroz, garbanzos

-¿Y el Ayuntamiento qué dinero aporta?

-Recibimos una subvención de 46.000 euros, y el gasto del agua y la basura corre a cuenta del Consistorio. La Junta de Andalucía nos da 13.000 euros y Diputación en estas fechas un aguinaldo de 1.600 euros. Luego están las parroquias, Cáritas

-¿Y los particulares?

-El Comedor es muy grande, necesita mucho dinero y hay que agradecerle también a los particulares, que nos dan una ayudita con alimentos y donativos. Unos traen 100 ó 200 euros y eso se va juntando. Por ejemplo, los Jerezanísimos vinieron estos días atrás y nos dieron más de 8.000 euros, eso es una ayuda muy buena. Con la Fundación Teresa Rivero estamos muy agradecidas, lo primero que nos hizo fue pagar la pintura de la casa porque parecía tercermundista. Estaba dejada de pintura y de todo. Además, la familia siempre está con detalles. Recuerdo que en una ocasión no se pudo celebrar un partido de fútbol cuya recaudación era para el Comedor, nos llamaron los Ruiz-Mateos y dieron al Comedor cinco millones de pesetas.

-Gracias a estas ayudas muchas familias pueden comer caliente. En fin, que los jerezanos son solidarios.

-Sí, están con las personas que lo necesitan. Están todo el año, pero en estas fechas se vuelcan más, y eso es de agradecer.

-Todo va para el Comedor, incluso vuestra jubilación.

-Claro, las hermanas tienen su jubilación y ese dinero lo aportamos a la Obra. Piensa que nada más que en sueldos se lleva un montón.

-¿Qué personal hay colocado?

-Sólo en el Comedor, porque el personal de la guardería va aparte, hay seis. El chico de mantenimiento; el educador social, que está para las acogidas de las familias y atender a los del Comedor; las tres cocineras y la limpiadora. Y luego están el gasto de luz, que pago más de 1.000 euros todos los meses, el teléfono, las compras Mucho, mucho gasto. Lo que es el mantenimiento de esta casa es muy grande.

-Jerez se entrega con el Comedor, ¿verdad?

-Es que lleva muchos años y cuando fue el centenario se le dio bastante publicidad.

De vez en cuando Sor Victoria, con sus brazos cruzados sobre el regazo, su toca y delantal blanco impoluto, apostilla y añade su experiencia. «Jerez y las personas que aportan confían en las Hijas de la Caridad. Saben que todo el dinero que se recibe va para el Comedor, y eso es una tranquilidad». «Además que yo tengo que justificar todos los gastos», señala la directora, que me corrige cuando en un momento de la entrevista las llamo monjas. «No somos monjas, pon hermanas (se ríe), cuando leo en los periódicos lo de monjas... Somos hermanas, Hermanas de la Caridad».

-¿Y qué diferencia hay?

-Pues que las monjas son las que están en los conventos. Decía San Vicente que quería que estuviéramos en la calle, en los hospitales...

-Pero tienen los mismos votos.

-Nosotros renovamos los votos todos los años porque está así en los estatutos, pero la opción es para toda la vida: obediencia, castidad y servicio al pobre. Es para toda la vida, a no ser que tengas una mala tentación

-¿Y qué tentación sería esa?

-(Nos reímos las tres) Bueno, hay religiosas que se han salido y en nuestra congregación también supongo. Pero, vamos, yo los renuevo el año que viene otra vez.

-¿Entonces ustedes están casadas con Dios o con los pobres?

-(De nuevo risas) Nosotras estamos casadas con Dios, pero al servicio de los pobres (dicen las dos a la vez). Ese es el título -insiste Sor Dolores- entregadas a Dios para el servicio del pobre. Eso es.

-¿Hay crisis de vocaciones?

-Como en todas las cosas, hay crisis de todo (risas). Como en los matrimonios, ¿no? Yo digo que va por épocas, pero hay muchas personas entregadas al voluntariado, comprometidas. Gente buena. Y la juventud tiene muchos valores, pero, claro, esa opción para toda la vida les cuesta. Ahora la sociedad está de una manera que les atrae otras cosas.

Les digo que son muy simpáticas. «¿Que te hace gracia?», pregunta Sor Victoria. «No, que son muy simpáticas y alegres». Tienen complicidad con la periodista, esto hace que la conversación sea distendida y a la tarde fría de diciembre le ponga calor.

-¿Y cuál será el menú de la Nochebuena?

-Les pondremos un caldo de los buenos con jamón, su huevo, la carne de pavo que repiten varias veces. Les decimos, ¿otra vez chiquillo! Luego, una carne mechada, langostinos, su jamón, su queso. Zumos y postre de piña y melocotón. Y el turrón y los polvorones se lo ponemos en una bolsa para que se los lleven.

-El mandamiento de «dar de comer al hambriento» lo tienen bien cubierto.

(Risas). Es el nuestro, no nos puede fallar. Ya el Señor lo dijo, que pobres tendríamos siempre. De una manera o de otra porque cada época trae unos pobres diferentes. Cuando yo trabajaba en el Hogar, los niños venían de las campiñas porque los padres no tenían dinero para llevarlos al colegio y los dejaban en el Hogar. Ahora son de familias desestructuradas, por la droga yo creo que ahora hay más gente en la calle que antiguamente, ¿no? Antes, aunque fuera en una chabola, se quedaban.

Sor Victoria añade que «cuando cerraron las bodegas, Jerez tuvo un bajón muy grande. La gente perdieron los salarios y la ciudad perdió mucho. También aumentaron, como ahora con la crisis, las familias que venían a buscar la comida. Se repiten las cosas. Pero de todo se sale, hay que tener fe y esperanza».

-¿Y cómo valoran el año que termina?

-Pues bien. Problemas ha habido, pero yo digo que la Providencia es muy grande porque a veces parece que no se van a solucionar las cosas, y se arreglan. En lo material va bien. No nos podemos quejar. Esto es como una madre de familia, hay que controlar para cuando falte. Tú no puedes decir a la gente: «mire, mañana no venga porque no tenemos para comida». Además, los mismos jerezanos se animan. Si saben que uno aporta, otros traen lo que recaudaron de una zambomba o un partido de fútbol. Los mismos jerezanos se entusiasman. Y nosotros decimos: «bendito sea Dios». Son muy generosos, la verdad.

-¿Y qué piden para el próximo año?

-Uf, dicen que el 2009 va a ser peor Yo digo, Señor, tú nos das por lo menos para no cerrar las puertas. Porque sino la crisis va a ser más grande todavía. El Comedor no puede estar en crisis también. Pero yo creo que la Providencia es muy grande y El Salvador estará para ayudar. San Vicente decía que si es obra de Dios, tiene que continuar.

-¿Por la noche por quiénes piden?

-Por todas las personas que nos ayudan, por los que no tienen. Por esas personas que están en la calle. Cuando nos vamos a acostar, pensamos que tenemos nuestra cama pero hay gente que no tiene un techo. Dice Sor Concepción: «hoy ha venido fulanito que le de una manta para dormir en la calle». Y yo digo, ay, Dios mío, y yo con mi manta Pero, claro, todo, todo tampoco lo podemos solucionar. También tenemos el Centro de Día, donde los chavales están recogidos, que es una labor distinta al Comedor. Pero hay gente que lo pasa muy, muy mal. Algunos de los que vienen por aquí han podido salir de la droga o de la bebida y no parecen los mismos de lo bien que están, pero luego si no tienen a alguien que les apoye, ni un trabajo vuelven a caer. La soledad es muy mala. Es como una cadena.

-Sabemos que Jerez es solidaria, ¿qué le pide antes de irnos de esta página?

-Que le agradecemos mucho todo lo que participan en el Comedor, pero que no se olviden de nosotros, que El Salvador tiene que seguir ayudando a los necesitados y a todos los pobres. Y que cada día -apunta Sor Victoria- pedimos por todos nuestros bienhechores. Es una oración que la hacemos de petición al Señor. Por todos de los que se acuerdan de los pobres, eso allí arriba el Señor se lo tendrá en recompensa.

Los besos sonoros de las hermanas al despedirme resuenan en el Claustro poblado de árboles y arriates. Mañana al levantarse harán los Laúdes, las oraciones, irán a la eucaristía y después todas las Hermanas de la Caridad de vuelta, enseguida al Comedor que hay muchos a los que ayudar.