LA HOJA ROJA

Que la vida es un carnaval

Como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, el pasado jueves la Junta decidió adelantar la fecha de las rebajas al 2 de enero. La fecha oficial, porque ustedes saben tan bien como yo, que llevamos más de un mes comprando con descuentos, con semanas fantásticas -que duran treinta días-, con promociones, con ofertas y con todas esas maneras encubiertas de dar curso legal a lo que, hablando en plata, son auténticas rebajas. Pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena, y la Junta -tarde, insisto- se ha dado cuenta de cuál era la única manera de activar el comercio, la «excepcionalidad» -veremos el año que viene- ante la crisis. Lo malo será que nos animemos tanto a partir del día 2 que la cuesta de enero se haga interminable, pero como de lo que se trata es de animar, pues nos animamos que «hoy comamos y bebamos, que mañana ayunaremos». Y como nuestro Ayuntamiento no iba a ser menos, también ha decidido activar el ambiente navideño encendiendo las luces, que ya era hora, que una cosa es la austeridad y otra que el mismo jueves estuvieran todavía colocando adornos en el Palillero. Adornos austeros, eso sí, y feos, como los de la calle Ancha, que no sabe uno si son un homenaje a la Cruz Roja --por lo de la pobreza- o una fantasía alegórica de la bandera de Finlandia, con la que cada día nos llevamos mejor. O como el árbol de Navidad-tarta de boda de la Avenida o como el árbol-jaula -alusión al pajarito- de San Juan de Dios.

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En cualquier caso, las dos noticias han venido a alegrarnos, las luces y las rebajas en una semana en la que volvimos a ser los más pobres del mundo. Con cinco euros viven más de cien mil gaditanos. Con cinco euros oficiales, se entiende, porque aquí cuando la necesidad aprieta, hasta el más tonto hace un reloj de madera, y la economía sumergida siempre se nos dio bien. Pero según la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía «uno de cada diez gaditanos está en situación de pobreza grave», y para rematarlo, afirmaba la secretaria de la Delegación Bahía de Cádiz, Luisa Cortés que «uno de cada cinco habitantes está en situación grave de vulnerabilidad». Nada, que somos la ciudad más pobre, la más cara, y la que cuenta con el mayor número de parados, y aún así muchos de nuestros vecinos se han quedado sin entrada en el Falla para ver Jesucristo Superstar. Será por lo de «a Dios rogando» porque por lo de «con el mazo dando»... poco.

Nada comparable como la memorable visita de Paris Hilton a nuestro país, que ni es pobre, ni parada, ni de Cádiz, ni necesita ver musicales para que su vida sea una tómbola. La pequeña Paris Hilton se escandalizó cuando un periodista le enseñó un preservativo. Ella, que perfectamente podría encarnar los valores de la Diosa o de las ninfas gaditanas «soy rubia pero no tonta», «soy una persona profunda», «amo la paz», formó un escándalo por lo del condón, y eso que no escuchó el rap del Ministerio de Sanidad con lo del rollo bombo. Tanto se escandalizó que tuvo que ausentarse durante dos horas de la rueda de prensa que se había organizado para escuchar sus lindezas. Menos mal que nadie le contó la que tienen formada las cofradías en nuestra ciudad -yo creía que sólo se peleaban los del Carnaval- con las cartitas y los secretitos como si fueran niños de Primaria o cuñadas mal avenidas; menos mal que no le enseñaron alguno de esos dibujos que quieren ser -hoy sabremos cuál- cartel de nuestro Carnaval. Mal debe andar la cosa cuando más de cien personas se presentan al concurso y peor aún cuando el Ayuntamiento se atreve a exponerlos en público y a hablar de calidad. Salvo honrosas excepciones -entre las que espero esté el ganador- el resto parece realizado por alumnos de Secundaria -a lo mejor, es que están hechos por alumnos de Secundaria- o sacados del baúl de los peores recuerdos de las Fiestas Típicas, difícil lo van a tener Ignacio González Dorao, Miguel Ángel Valencia, Aurora Marchante y Rafael Benot que, como miembros del jurado, tendrán que buscar la opción más buena, o la menos mala, que quien no se consuela es porque no quiere.

Y no seré yo quien hable de la calidad de las obras presentadas a concurso, me callaré porque uno siempre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, pero sí hablaré de lo preocupante que me resultan algunos detalles, de lo inquietante de algunos dibujos que dicen más de lo que realmente están diciendo y que hablan, en definitiva, del verdadero estado de la ciudad, no del que pintan las estadísticas.

De los ciento veintiséis carteles presentados al certamen sólo uno se inspira en el Monumento de las Constitución -cuyo Bicentenario nos va a sacar de pobres-, únicamente dos de ellos escogen como fondo la zona de Extramuros, esa que también existe. Ocho tienen como escenario principal las Puertas de Tierra, once el Gran Teatro Falla -que no es mucho, teniendo en cuenta de que lo llaman el templo y esas cosas- veinte eligen La Caleta o La Viña como inspiración, algunos -como el de la abeja- son de difícil ubicación. Aunque lo que más me inquieta, lo que más me preocupa después de ver los dibujos es que un tercio de los trabajos presentados -un tercio, cuarenta y dos de ciento veintiséis, insisto- optan por el mismo motivo como eje central del cartel : La Catedral. ¿Es un cartel de Carnaval o de Semana Santa? ¿Quiere esto decir que la Semana Santa es un Carnaval? ¿Qué es lo que es? No, yo tampoco lo entiendo. O sí, que a buen entendedor, pocas palabras bastan.

yolandavallejo@telefonica.net