Opinion

Trámite desperdiciado

El veto que recibieron ayer en el Senado los Presupuestos Generales del Estado presentados por el Gobierno no tendrá consecuencias prácticas para la aprobación de las Cuentas, dado que el Ejecutivo disfruta de los apoyos suficientes en el Congreso para ver refrendado definitivamente su proyecto económico. Pero la victoria, aunque pírrica, cosechada por la oposición formada por el PP, ERC, CIU e ICV y la capacidad de los socialistas para superar el rechazo presupuestario gracias a su nueva alianza con el PNV y el BNG subraya tanto la fragilidad que sigue caracterizando el limitad predominio del Gobierno de Rodríguez Zapatero, como la fragmentación que sufren las minorías y que imposibilitan, con ello, la articulación de mayorías alternativas en el Legislativo. Las protestas del Gobierno tras la votación en la Cámara Alta, subrayando la incongruencia del PP por secundar el veto de Esquerra Republicana a partir de planteamientos completamente alejados, no pueden obviar el doble contrasentido que también supone, por una parte, que una fuerza que lidera la Generalitat catalana obstaculice los Presupuestos; y, por otra, que el Ejecutivo vaya a sacarlos adelante con el respaldo de un PNV al que los socialistas disputarán en marzo la Presidencia vasca. Pero, sobre todo, el tercer veto que sufre el proyecto económico del Gobierno desde su llegada al poder en 2004 y la disparidad de aliados que se ha procurado en estos cuatro años largos evidencian la incapacidad o la renuncia de Rodríguez Zapatero a asegurarse una estabilidad parlamentaria que, en el caso concreto de los primeros Presupuestos destinados a responder al desafío de la crisis, se tradujo en una negativa incertidumbre sobre su aprobación; y después en la constatación de que el trámite en las Cortes no sólo no ha servido para ensanchar los apoyos de que gozan las Cuentas, sino para reorientar las mismas y acomodarlas a unos pronósticos que las han dejado obsoletas antes incluso de que vean la luz.

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La afirmación por parte del vicepresidente Solbes de que las previsiones del Gobierno están «desactualizadas» no debería interpretarse como un reconocimiento banal ante la imposibilidad de la oposición para bloquear la acción del Ejecutivo, y sí como una preocupante admisión de que los Presupuestos se aplicarán lastrados por su falta de ajuste a una realidad acuciante y la ausencia, hoy por hoy, de un aval parlamentario duradero.