ESPAÑA

Como una tela de araña

La elaboración de la Carta Magna exigió quince meses y 600 horas de laboriosa negociación

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Elaborar la Constitución fue como tejer una tela de araña con bates de béisbol. Un pequeño ramillete de diputados lo logró apenas tres años después de muerto el dictador. Recuperar aquella convulsa etapa es difícil, pero algunas cifras son testimonio de las turbulencias que agitaron el nacimiento del régimen democrático hace treinta años.

Todo empezó el 22 de agosto de 1977, día de la primera reunión de los siete diputados elegidos para alumbrar una Carta Magna. Las primeras discusiones fueron borrascosas. El catalán Miquel Roca se erigió pronto en mediador y sus compañeros le colgaron el apodo de El fenicio por su habilidad para mercadear y encontrar el punto medio.

La forma del Estado, los derechos fundamentales, la aconfesionalidad, la abolición de la pena de muerte y el sistema electoral dividieron a los ponentes en dos grupos: la derecha frente a la izquierda. La articulación del sistema autonómico fabricó en cambio otro campo de batalla: Manuel Fraga, frente al resto del mundo, se negó a admitir el sistema autonómico.

En noviembre se filtra el primer borrador y estalla la tormenta: la Iglesia protesta porque se abre la puerta al divorcio y se reducen sus prerrogativas en la enseñanza; la patronal clama contra el intervencionismo del Estado; los correligionarios de Fraga ponen el grito en el cielo porque el texto recoge el término de «nacionalidades» y en UCD, un sector alerta contra las «graves deficiencias» del texto.

El anteproyecto se publica el 5 de enero de 1978. Los grupos presentan más de 3.000 enmiendas, volumen tan desmedido que obliga a los padres del texto a refugiarse unos días en el parador de Gredos para estudiarlas.

El acuerdo entre los siete ponentes es amplio, pero se mantiene la dicotomía derecha-izquierda. El malestar del socialista Gregorio Peces Barba crece y, ante una enmienda centrista a la libertad de enseñanza, da un portazo al grito de «a mí que no me toquen los derechos humanos».

La ponencia consume 232 horas en 29 sesiones de trabajo. Al debate en comisión llegan casi un millar de enmiendas, entre ellas el voto particular de AP a la totalidad del título sobre las autonomías y el del PSOE a la monarquía, aunque testimonial.

Tolerancia

La Comisión de Asuntos Constitucionales comenzó a trabajar el 5 de mayo de 1978 bajo la presidencia del centrista valenciano Emilio Attard, cuya tolerancia facilitó que la empresa constitucional llegara a buen puerto.

La discusión del artículo 15, que abole la pena de muerte, motiva una sonora bronca: socialistas, comunistas y nacionalistas se muestran inflexibles y no admiten las dudas que plantea UCD, que no quiere problemas con el Ejército y teme las amenazas golpistas. Una enmienda in voce del centrista Jesús Sancho Rof para endurecer el estado de excepción desborda el vaso y Felipe González anuncia que «el consenso se ha roto».

El presidente Adolfo Suárez encarga al vicepresidente Fernando Abril Martorell que negocie con el PSOE, que designa como interlocutor a su número dos, Alfonso Guerra. Ambos, en una cena que se prolonga hasta las tres de la madrugada, redactan de nuevo los 25 primeros artículos, que se aprueban en bloque en una sola sesión.

Las reuniones, casi siempre nocturnas, se suceden de despacho en despacho. El 20 de junio, a última hora de la tarde, la comisión concluye el dictamen, después de 24 sesiones en las que se han sucedido 1.342 intervenciones.

Al debate en el pleno llegan 187 enmiendas, que son discutidas en julio en 12 sesiones. El día 21 llega la votación final, y el proyecto es aprobado. El trámite del Senado se convierte en un nuevo calvario, superado porque otra vez Abril y Guerra recomponen lo que entonces se bautiza como el reconsenso.

El 31 de octubre, la Constitución es refrendada en sesiones plenarias del Congreso y del Senado: 326 votos respaldan el texto en el Congreso. Sólo hay seis votos en contra, cinco diputados de AP y el del diputado de Euskadiko Ezkerra Francisco Letamendía. Las abstenciones provienen de los diputados del PNV y de otros tres de AP. Todo está listo: el 6 de diciembre, la palabra final la tuvieron los ciudadanos.