ALEGRÍA. Los espectáculos amenizaron la tarde de los más pequeños. / FRANCIS JIMÉNEZ
Cultura

La risa es la panacea

Los niños del Puerta del Mar reciben la visita de tres payasos, dos ilusionistas y una orquesta juvenil, en un acto organizado por el Festival de Música Española

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Si la sonrisa de un niño se pudiera canjear por un millón de euros, las que se vieron ayer en el Hospital Puerta del Mar servirían para sacudir del planeta la crisis. Éstas tuvieron un valor extra, casi incalculable. Brotaron de una manera natural e inocente, sin necesidad de boatos, ni de espectáculos circenses, sin la tecnología de los videojuegos ni accesorios de muñecas. Con tres payasos, dos magos y una pequeña orquesta juvenil se puede salvar al mundo. Una pastilla de alegría, una cucharada de jarabe de ilusión, un pinchazo de buena música y ríanse de los planes de rescate de los gobiernos internacionales.

Durante la tarde de ayer una decena de niños ingresados en el hospital gaditano disfrutaron de una sesión de música y magia, desarrollada en el marco de la VI edición del Festival de Música Española. Todo por una sonrisa, Con aire de ilusión y la Orquesta joven del Conservatorio Elemental de Música Rafael Taboada, en colaboración con Atril Plataforma de Cultura, fueron por un rato doctores y medicinas.

Los payasos Tonete, Muchito y Bobo ofrecieron un programa de globofexia y escenificaron a través de sus cómicas intervenciones una moraleja de amistad, entrega y generosidad. El salón de actos del centro hospitalario se iba llenando de gestos de entusiasmo, miradas tímidas y gritos de fuerza. Ajenos a su enfermedad, los niños cantaban «a veces me equivoco y no pasa nada. Me ponen la vacuna y... no pasa nada». La merienda traía dosis de esperanza y tubos de diversión.

Después, los miembros de la ONG Con aire de ilusión, Jaime Peinado y Yoni, realizaron una transfusión de magia con trucos de chistera, varita, cartas e, incluso una barra de pan. La imaginación y sobre todo la incredulidad, el descaro y el afán por participar entraron por los sueros a los que estaban conectados los niños.

Tras la agitación, terapia de música. Recetas de tranquilidad. Las chicas de la Orquesta Joven del Conservatorio Elemental de Música Rafael Taboada de El Puerto, dirigidas por Ricardo Vega, tañieron sus violines y contrabajos ante el silencio de la sala. Tocaron obras de Georges Phillip Telemann y otros clásicos, además de la adaptación de tres villancicos. Para las fechas en las que suena esa canción popular, muchos estarán fuera del Puerta de Mar. Otros, no obstante, llevaban tan sólo unas horas en el hospital. Antonio, de 5 años, es un paciente en observación por una gastroenteritis. Aunque antes de las seis de la tarde de ayer estaba deseoso de marcharse para casa, no se levantó de su asiento durante la actuación de los tres grupos colaboradores. «Lo que más me ha gustado ha sido la música, yo quiero tocar la flauta», dijo.

Junto a él, Carlos, Yolanda, Hamza y Dani, entre otros menores, bebieron de su propia panacea por unos minutos. La que está en los globos, colores, y zapatones, en sombreros y conejos, en batutas y melodías. En la sonrisa de un niño.