ANÁLISIS

Riesgo de deflación

El presidente del Gobierno confirmó ayer que la inflación disminuirá en noviembre hasta el 2,5%, una cifra que Pedro Solbes rebajó a un excepcional 1% para el próximo mes de julio. Ambos pronósticos, pero sobre todo el del ministro de Economía, resultan sumamente arriesgados, porque dependen entre otros factores de la estrategia de precios de la OPEP, de cómo actúe la nueva Administración de EE UU y del efecto de las continuadas inyecciones de liquidez en el sistema que están realizando los gobiernos de la OCDE. Si los augurios de Zapatero y de Solbes se basasen en datos comprobables y medibles, cabe preguntarse por qué el cuadro macroeconómico de los Presupuestos para 2009 se apoya en unas previsiones distintas y, en ese caso, por qué no se varían si las circunstancias han cambiado. Lo cierto es que ningún indicador permite asegurar un recorte tan acusado de la inflación en los próximos meses; ni siquiera el llamado 'efecto escalón', por el que el fuerte repunte experimentado por los precios de las materias primas se estaría compensando ahora. De ahí que la principal virtualidad del mensaje del Gobierno sea la de lograr que la autoprofecía se cumpla, logrando la contención de los precios y que éstos no repercutan sobre los salarios. Pero el éxito de este propósito depende de la credibilidad que conserve el Ejecutivo.

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El recorte de la inflación, alimentado por un descenso del Índice de Precios Industriales -aquellos bienes que se producen para competir en los mercados internacionales-, puede acabar conduciendo de forma inevitable a un escenario opuesto, el de la deflación. Este riesgo, más difícil de sortear que las tensiones inflacionistas, sólo puede solventarse inyectando dinero en la economía real y moderando los tipos de interés para tratar de reanimar la demanda. Pero la imposibilidad de contar con previsiones fiables y de evaluar con certeza el tiempo de duración de los problemas no permite asegurar que las iniciativas aplicadas vayan a estimular realmente el consumo y sí, en cambio, el ahorro, aumentando la liquidez y haciendo caer aún más los precios en un inquietante círculo vicioso.