Los gritos indescifrables de los jugadores se mezclaban con el impacto seco de las botas al golpear el balón./ Efe
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El Atlético vence a los fantasmas del Calderón

MADRID Actualizado: Guardar
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Noche mágica en el Calderón. Y lo fue en todo el término de la palabra. En un recinto de más de 50.000 asientos vacíos presidido por una pancarta en uno de los fondos que rezaba “nada ni nadie nos separará de ti”, en una noche gélida, un equipo se reencontró con su historia. Aquella que le sitúa entre los grandes del continente. Once años después, el Atlético volverá a afrontar una eliminatoria directa de la Liga de Campeones al clasificarse para octavos de final. Sí, por mucho que la sanción de la UEFA intentara desdibujar el choque, el Atlético no lo permitió. Sus jugadores impartieron una clase magistral de concentración y compromiso, al menos en la primera parte, y la afición demostró por qué tiene fama de ser la mejor de España. Desde los aledaños del recinto no cejó en sus cánticos.

Numerosas peñas habían solicitado al club que instalara pantallas gigantes en el exterior del estadio, pero la directiva lo desechó para evitar actos que la UEFA malinterpretara y pudiera sancionar. No hizo falta, cientos de seguidores se concentraron a las puertas del feudo `colchonero´ para animar a los suyos entonando el himno una y otra vez. El ruido de los aficionados era como el zumbido de una mosca; constante, lejano, pero persistente. Llegaba a sentirse muy próximo en el momento del éxtasis de los goles.

En el campo, los gritos indescifrables de los jugadores se mezclaban con el impacto seco de las botas al golpear el balón. El conjunto rojiblanco salió muy enchufado al fantasmal campo, dispuesto a rememorar la victoria en Glasgow 23 años después. El técnico mexicano Javier Aguirre acertó en la pareja de medios centros, Raúl García- Maniche, que le dio más fuerza y poder ofensivo a los madrileños frente un rival que iba a resguardarse muy atrás. El Atlético avisó con un tiro al palo y pronto, en el minuto, 14 Simao adelantaba a los locales después de una jugada embarullada dentro del área. El PSV no se acercaba al área de Coupet y dejaba jugar a los rojiblancos. Tras un córner, Maxi recogió un balón suelto dentro del área y fusiló a Issakson provocando el rugido de la hinchada que atravesó todos los rincones del campo.

Fiel a su sufrimiento

Pero el Atleti, tiene que ser fiel a sí mismo y nada más comenzar la segunda parte los holandeses reducían ventaja gracias al gol de Koevermars. En ese momento el gélido ambiente se hizo sentir más que nunca, ya que por unos minutos el zumbido cesó. El mastodóntico complejo deportivo se mostró tal y como era esa noche: desolador. Tocaba sufrir. El tanto espoleó al PSV, que empezó a tocar y controlar más el esférico. Fueron los peores momentos. Los gruñidos en el campo se multiplicaron. Sinama, que sustituyó a un desaparecido Agüero, tuvo en sus botas la sentencia pero no la aprovechó. A renglón seguido fue el meta galo el que evitó la igualada.

La noche caía y el frío se apoderó de las gargantas de los aficionados y de las piernas de los jugadores porque el Atlético desapareció del campo. La suerte es que su oponente tampoco tenía mucho fútbol. El partido agonizaba como si el intenso frío aumentado por la falta del calor de unas gradas desiertas provocara un desvanecimiento en los futbolistas. El silbato sonó más nítido que nunca para subir al cielo del Calderón y recorrer la ribera del Manzanares provocando el júbilo de los aficionados. El Atlético se impuso al PSV y a los fantasmas del Calderón.