NERVIOS. Sergio Ramos se lamenta durante el encuentro. / EFE
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Nuevo descalabro madridista

Canobbio sentenció a un equipo temeroso que sólo inquietó al rival en los minutos finales

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Todo lo que empieza mal acaba peor. Si la semana comenzaba con la eliminación ante el Irún, terminó con la debacle en Zorrilla. El Real Madrid saltó al campo pucelano con el miedo en el cuerpo. Estas dudas se trasladaron al terreno de juego y en concreto a la defensa blanca. No hubo balón colgado, ya fuese córner, falta o centro desde 40 metros, que no provocara problemas y desconcierto en la zaga blanca. Así llegó la principal ocasión del Valladolid. En el minuto 11, García Calvo remató de cabeza un córner que sacó Marcelo bajo palos.

El conjunto merengue tardó poco en responder, y siete minutos después, Higuaín desaprovechó una clara ocasión con un tiro dentro del área que despejó Asenjo. A partir de ahí, el partido entró en una fase insulsa en que las imprecisiones de ambos equipos impidieron crear nuevas ocasiones de gol. El Real Madrid estaba atenazado, sólo Guti intentaba dar sentido al ataque blanco.

Comienza la pesadilla

En la reanudación se confirmaron los peores augurios para el Madrid . Transcurría el minuto tres cuando Pedro León cogió el balón, cabalgó por la banda derecha con total libertad, superó a Marcelo por velocidad y a Heinzce con calidad para llegar a la línea de fondo y poner un balón atrás, para que Canobbio, con un gran zurdazo dentro del área batiera a Casillas y adelantara al Valladolid.

Schuster miró al banquillo y sacó a Sneijder y Drenthe por Van der Vaart y Marcelo. Intentó buscar mayor profundidad por bandas. Sneijder aportó algo más de empuje y dos tiros suyos desde fuera del área obligaron al meta pucelano a trabajar. El Valladolid intentaba a la contra buscar su oportunidad ante un rival volcado en un ataque infructuoso. Sólo un gravísimo error de Borja ofreció a Raúl la mejor ocasión para empatar, pero el 7 blanco desperdició un mano a mano ante Asenjo.

El Real Madrid era un quiero y no puedo. Atacaba más con el corazón que con la cabeza, con balones colgados y tiros lejanos. No hubo épica. Para colmo, la expulsión de Heinze. El Valladolid conseguía su segundo triunfo ante el Real Madrid en los últimos quince años. El conjunto de Schuster sigue en caída libre y sin visos de mejoría. Más bien, todo lo contrario.