COMUNICACIÓN MÍMICA. Cardeñosa, durante su amena intervención en El Puerto. / ÓSCAR CHAMORRO
Cultura

Más vale un gesto

El psicólogo Pedro Cardeñosa enseña durante una conferencia las claves del lenguaje corporal

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Para los norteamericanos el gesto de alzar los dedos índice y meñique a la par es signo de buena suerte. Sin embargo, la traducción mímica en España se considera un gesto soez, burlón y amenazante. Todo un clásico, «poner los cuernos». Es sólo un ejemplo que demuestra que el lenguaje corporal es un código, no estricto, que transmite más información de hablantes y oyentes que las propias palabras.

La manera de ofrecer la mano, la fuerza en estrecharla, el hecho de taparse la boca cuando se habla o se ríe, tocarse la nariz y sonrojarse son códigos que pueden revelar peligros, mentiras y complejos. Los demás, lo perciben.

Ayer, durante el ciclo de conferencias del mes cultural de Romerijo, el psicólogo, empresario, consultor de recursos humanos y comunicador Pedro Cardeñosa expuso algunas de las claves necesarias para aprender a controlar estos gestos, un bagaje crucial en ámbitos tan dispares como la búsqueda de empleo o el trabajo policial. «La lección que quiero transmitir es que un mismo gesto puede significar varias cosas, algunos son innatos y otros dependen del contexto, la cultura, la costumbre o el flujo de la comunicación».

Cardeñosa utilizó su propio cuerpo, que pinchó con agujas, para enseñar al público cómo se manejan los tics. El truco, sin llegar al extremo del daño, es coger una cámara y autoanalizarse. «Primero hay que ser consciente de que el 38% del sentido de la comunicación lo da la entonación, sólo el 7 % las palabras y un 55% los gestos. Hay que detectar esos gestos y ser un poco actor para lograr una comunicación positiva», subrayó el psicólogo y también colaborador de los programas de control de drogodependencia de los ayuntamientos de Cádiz, Jerez y El Puerto.

El experto en lenguaje afirma que los seres humanos y los animales comparten muchos de estos gestos, aunque, claro, a los lobos o los gatos su gestión mímica no les sirva para negociar una oferta de empleo.

«La cara de una persona posee muchos más músculos que los de estos animales, pero ellos también usan los movimientos de su cuerpo para comunicarse», destacó. Otro consejo para los que tiendan a ponerse rojos cuando reciben un piropo o se enfrentan a la experiencia de hablar en público. ¿Hace falta una intervención quirúrgica? «Claro que no, sólo en casos extremos. No hay nada que no se subsane con buen entrenamiento».