NUEVA ÉPOCA. El congresista Rham Emanuel, amigo personal de Obama y ex colaborador de Clinton, ha sido el primer nombre en conocerse del equipo. / AP
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Obama acude a la cantera Clinton

El presidente electo echa mano de antiguos colaboradores del ex mandatario, como el congresista Rham Emanuel, para su gabinete

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No habían pasado ni 48 horas desde que cerraron las urnas y el nuevo presidente electo de Estados Unidos ya tenía dos fichas clave para montar su gobierno y la primera conferencia de prensa convocada. La grave situación económica del país demanda una respuesta inmediata. Barack Obama es un hombre disciplinado que no permite que las pasiones se interpongan en sus decisiones. Por eso la principal cantera de la que saldrá su gabinete es la del ex presidente Bill Clinton, cuyos leales tienen la experiencia necesaria para echar a andar la maquinaria de Washington. El que fuera su jefe de Personal, John Podesta, será el líder del equipo de transición del nuevo mandatario.

El antiguo presidente demócrata reconoció muchas veces que el principal error de su Ejecutivo de transición fue haber empezado la pirámide por arriba, en vez de por la base, al nombrar las carteras sin tener un jefe de gabinete que organizara. Aprendiendo de los fallos ajenos, la primera decisión de Obama ha sido llenar ese puesto poco lustroso pero clave en las estructura de poder con el congresista por Illinois Rahm Emanuel, un discípulo del ex presidente Clinton, a cuya esposa derrotó el afroamericano en las primarias. La decisión es también políticamente estratégica, porque el diputado será una importante conexión con la Cámara de Representantes para sacar adelante las propuestas legislativas de carácter económico en las que quiere empezar a trabajar inmediatamente Obama: salud, impuestos, energía y un nuevo paquete de estímulo financiero destinado a rescatar a la clase media y generar nuevos empleos mediante inversión en proyectos de infraestructura.

El jefe de gabinete de la Casa Blanca es considerado como el segundo hombre más poderoso de Washington. Tiene a su cargo cientos de ayudantes y es el principal negociador con el Capitolio. Funciones que ha acaparado el vicepresidente Dick Cheney durante el mandato de George W. Bush. Un verdadero poder en la sombra.

Emanuel tampoco será el hombre más querido de la Casa Blanca. Se dice que tiene «codos afilados» para abrirse paso a empujones y ha demostrado ser hiriente en sus comentarios, pero con él también evita repetir el error de Clinton, cuyo primer jefe de gabinete, Thomas McClarty, fue rebautizado pronto como McNice, por ser tan amable que carecía de suficiente carácter para dirigir ese ejército. Su tendencia a priorizar la agenda social de la izquierda en las primeras medidas legislativas, como la aceptación de homosexuales en el Ejército, enfrentó al Gobierno con la oposición republicana y se consideró clave en la derrota parlamentaria por la que Clinton se quedó solo en el poder, con los demócratas en minoría.

No será el caso de Emanuel, un centrista de 49 años que lo mismo fraguó con Clinton el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, muy impopular entre la izquierda, que la estrategia antibélica que dio la mayoría a su partido en el Congreso hace dos años. Como su jefe, el congresista, sólo dos años mayor que el presidente electo, también sale del clan de Chicago.

Secretario del Tesoro

El siguiente puesto que ayer parecía a punto de anunciarse también era eminentemente práctico. Robert Gibbs, estratega de comunicaciones de Obama durante la campaña, parecía destinado a convertirse en el nuevo portavoz de la Casa Blanca. Su primera misión era convocar una conferencia de prensa para hoy que estaría centrada en los temas económicos y donde podría darse a conocer el nombre de la persona que ocupará la primera cartera, la del secretario del Tesoro. Un puesto para el que el ex secretario Larry Summers, el favorito de Obama de todos los tiempos y artífice de la bonanza económica de Clinton, es el que más suena.

Con la cumbre económica para refundar el capitalismo a sólo una semana de celebrarse, esa figura es prioritaria. Según The New York Times, Obama no atenderá a ese encuentro mundial convocado por el presidente George W. Bush a instancias de Nicolas Sarkozy, que previsiblemente carecerá de sustancia por llevarse a cabo bajo los auspicios de un presidente en tiempo de descuento que no podrá mantener ninguna promesa.

Los analistas creen que el próximo inquilino de la Casa Blanca no desea suscribir con su presencia los compromisos que asuma su desacreditado antecesor, pero sí quiere aprovechar la presencia de los mandatarios extranjeros para estrenar contactos bilaterales.