PAN Y CIRCO

En Cádiz, la crisis tiene gracia

Nuestro ministro de Economía, ese hombre solbente (con b de su apellido y por lo sobrado que anda a la hora de hablar de la crisis) ha dicho que los presupuestos se van a adaptar a la situación de recesión que vive el mundo. Pero con la tranquilidad por bandera.

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Sin embargo, el ciudadano de a pie anda muy preocupado preguntando a los bancos por lo que pueda pasar en un futuro con su dinero.

En el fútbol la crisis también se está notando. Hay clubes que han visto descender el número de socios considerablemente y lo están achacando a la convulsión mundial. En Cádiz los hay que no se han hecho socios del equipo de sus amores, pero no porque no tengan dinero, sino simplemente por enfado o cabreo con el presidente Antonio Muñoz. A todos ellos habría que recordarles que el cordobés está de paso y que tarde o temprano se marchará, ya que lo único inalterable al tiempo es el escudo, la bandera y la afición.

Lo más grave es que algunos de ellos -quizás por resentimiento o porque se han arrepentido de no estar disfrutando con su carnet de las victorias de su equipo- están minimizando la buena marcha de los amarillos. Por desgracia, en la vida el presente es el que es y remitirse al pasado no sirve para restañar heridas. Terrible costumbre la de esta ciudad de reinventar crisis y no querer ver el lado positivo de las cosas. Está claro que somos distintos tan distintos que, mientras el mundo va camino del cataclismo, el Cádiz va mejor que nunca. Porque nunca empezó tan bien una temporada independientemente del rival que esté enfrente. Felicidades momentáneas a los inasequibles al desaliento y tapoboca a los derrotistas. En el equipo amarillo, la crisis tiene gracia. Pero la del apellido del entrenador.