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Balance de ventas

Después de haberle vendido el alma aritmética a los bancos estamos haciendo balance. Mala cosa esa de enfrentarse con el debe y con el haber y darse cuenta que debía haber, pero no hay. «Desde que empezó mi vida yo no he hecho más que perder», dijo mi tío carnal electo Manuel Machado. Las horas perdidas por huelgas se han disparado un 66,24 por ciento respecto al año 2007, con el consiguiente disgusto de la patronal y con el desagrado, aún más lógico, de los trabajadores. Hemos llegado a una situación, a la que sin duda seguirán otras que nos harán tener nostalgia de la actual.

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El Gobierno tiene que buscar dinero debajo de las piedras, que dan menos que una piedra. De momento lo hacen a ras del asfalto y han conseguido aumentar la recaudación por multas.

No deja de ser curioso que aumenten las infracciones de los conductores en un tiempo en el que han disminuido las ventas de automóviles, que en octubre último bajaron un 44 por ciento. En vista de eso, Tráfico prevé subir un 15 por ciento las sanciones en el 2009. Muchos conductores han perdido todos sus puntos del carné, pero todavía no han solicitado canjearlo por la Cartilla de Racionamiento.

Incluso las personas mejor educadas, que estimaron siempre algo de pésimo gusto hablar de dinero, lo han hecho el tema central de su conversación. Sólo los mendigos soslayan el enojoso asunto de las finanzas. Europa ha destinado ya más de 300.000 millones a rescatar una veintena de bancos. Eso de socorrer a los ricos está saliendo carísimo, menos mal que no lo tienen que pagar ellos.

Alemania, que es la locomotora del avance continental, aunque tenga menos combustible que antes, ha limitado a 500.000 euros el sueldo de los banqueros. Cuando ellos se aprietan el cinturón a nosotros nos ahorcan. Debemos, en vez de hacer balance, hacer todo lo posible por salvarles.