Opinion

impresentables

CALLE PORVERA Me van a perdonar los lectores que fueron testigos la semana pasada de cómo me despaché a gusto sobre una mujer, que había sido salvada de su agresor por un profesor que está en coma tras cometer la hazaña. Mi crítica iba dirigida al comportamiento de la supuesta víctima que justificaba al maltratador, que fue quien envió al hospital al buen samaritano, al tiempo que menospreciaba el gesto de éste por «meterse donde no le llaman».

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Y decía que me van a perdonar porque no he podido evitar aludir otra vez a este asunto en mi columna de hoy. Me es completamente imposible, de hecho, tras haber presenciado una entrevista concedida por esta persona a uno de esos pseudoprogramas que se creen que dan el pego por presentar una mesa llena de gente encorbatada y ex políticos venidos a menos. El caso es que esta buena señora irrumpió en el plató con sus mejores galas, una sonrisa irónica, una actitud totalmente a la defensiva y una mirada helada que me dejaron petrificada ante lo que veían mis ojos.

Ella volvió a justificar a su pareja, argumentando que estaba drogada en el momento de los hechos, y no mostró ni un ápice de compasión o gratitud hacia esa persona que prácticamente dio la vida por ella. Aunque si esto me pareció horrendo, qué decir de la monumental hipocresía de los entrevistadores y contertulios, que le recriminaban que hiciera caja con semejante asunto, mostrando un asco casi visceral por estar sentados frente a ella. No puedo pensar en un cinismo mayor, cuando el programa en el que trabajan es el que ha engrosado su cuenta corriente y cuando a ellos nadie les ha puesto una pistola en la cabeza para participar en un circo, del que por cierto también sacarán tajada.