LUCES Y SOMBRAS

Contumacia municipal

A finales del pasado mes de julio, mí vecino de página, Pepe Monforte, con el lenguaje alegre y desenfadado que le caracteriza, expresaba su malestar por el chiringuito, mamotreto ,dice, que se construye en la inmediaciones del Castillo de Santa Catalina. Esta vez no se refugia en la rica y variada gastronomía gaditana, que, en ocasiones, utiliza como recurso dialéctico para manifestar su ironía sobre aquello que le produce rechazo. Ahora va directamente al grano y se posiciona contra lo que considera un atentado en el borde marítimo de la ciudad. Desde luego le asiste toda la razón. La verdad es que en este caso la actuación municipal incurre en una flagrante contradicción. Por un lado se procede a la demolición, con el consiguiente coste, de los antiguos pabellones militares del Campo de las Balas con el fin de despejar el entorno del castillo, resaltando la visión de su arquitectura junto con la de la propia Caleta, pero por otro se hace exactamente lo contrario de lo que supuestamente se pretende con esa demolición: se autoriza la construcción de un establecimiento hostelero que obstaculiza la contemplación plena de uno de los monumentos más antiguo de Cádiz y la de un paraje de extraordinaria belleza.

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Lo cierto es que llueve sobre mojado.En la plaza de Santa María del Mar también se intenta montar un quiosco de notables proporciones que ha concitado la repulsa de los vecinos. De momento las obras no se han iniciado. Hay quien justifica esos proyectos porque contribuyen a la generación de puestos de trabajo. La argumentación no deja de ser una falacia, ya que el poco trabajo que se pueda crear se destruye por otra parte, con más intensidad, en la medida que se van cercenando los atractivos de la ciudad. Y no cabe la menor duda que el mar es un elemento importante en la decoración y en la vida de Cádiz. No se encuentran muchas localidades que dispongan de una fachada marítima como la nuestra. Qué más quisieran. Seguro que la estaría aprovechando con más inteligencia. Escamotear la visión del mar o de algunos monumentos en lugares tan emblemáticos, aunque sea parcialmente, parece una política urbanística desacertada. No es la primera vez que ocurre en un plazo relativamente corto de tiempo. La enorme oficina municipal de turismo enclavada en pleno corazón del paseo de Canalejas puede tener un impacto muy negativo, ya lo tiene, en lo que puede ser la futura plaza del Mar.

En cualquier caso, si se quiere animar con instalaciones hosteleras la zona de Santa María del Mar o de la Caleta, el Ayuntamiento lo tiene fácil. Le bastaría con la adaptación de la parte inferior de la rotonda de Santa María para que se puedan desarrollar actividades de restauración, actividades que, como apunta el propio Monforte, pueden tener lugar igualmente en el interior del Castillo de Santa Catalina. Existe un precedente, el Baluarte de los Mártires.