CONFIADOS. Dos de cada tres españoles admite no distinguir entre la realidad y lo inventado. / LA VOZ
Sociedad

El internauta no distingue el bulo de la noticia y se cree los rumores

Un estudio de la Asociación de Internautas desvela que sólo el 35% de los navegantes sabe discernir entre mensajes ciertos e inventados

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El anonimato, la rapidez y la in-mensa audiencia potencial - 1.200 millones de seres en todo el mundo- han convertido a internet en un gran bazar donde cabe todo, lo útil, lo inútil, lo verdadero y lo falso. El problema es que las fronteras son difusas y no siempre es fácil discernir lo veraz de lo inventado o, peor aún, de las mentiras deliberadas. De hecho, dos de cada tres internautas españoles admite no distinguir siempre entre una noticia real y un bulo de los mu-chos que circulan por la red. Según una encuesta de la Asociación de Internautas entre 2.283 de sus usuarios, sólo el 35 por ciento de los navegantes por la red tiene clara la diferencia, y un 31 por ciento se traga a pies juntillas lo que le aparece por la pantalla del ordenador. El tercio restante discierne la mentira sólo a veces. Además, el estudio revela que el 31% se cree los rumores.

Falsas cadenas de solidaridad, spam, anuncios con regalos inverosímiles, alertas sobre peligros ficticios de determinados productos, rumores o calumnias puras y duras circulan libremente por la red, alimentados a veces por botarates y, más a menudo, por ciberdelincuentes. El negocio del bulo (llamado hoax por sus siglas en inglés) es «uno de los más lucrativos en el mundo», subrayó Ofelia Tejerina, de la Asociación de Internautas.

Detrás de estos mensajes falaces enmascarados con llamamientos solidarios suele haber intereses comerciales y la búsqueda de un beneficio económico. Los hoax son falsedades transmitidas a conciencia casi siempre sin firma, en forma de cadena y con un llamamiento para el reenvío a otras direcciones, bajo amenaza de castigo o maldición. Se trata de un gancho para generar bases de datos que luego se comercializan para bombardear con envíos de publicidad spam. También son el primer paso para el phising o estafa cibernética.