Alejandro Valverde. / EFE
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Valverde le coge cariño al amarillo y ya lo luce tras imponer su ley en Jaén

El primer líder del Tour gana en Jaén y se coloca al frente de la general tras un gran final Joaquín Rodríguez se cargó el 'sprint'

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Los olivares que pueblan Jaén y la región francesa de Bretaña no tienen nada en común. Nada, se entiende, en cuanto a orografía, paisajes, mentalidades, recorridos. Alejandro Valverde ha unido gracias a sus victorias dos zonas del mundo que son totalmente opuestas. Ganó la primera etapa del Tour y se colocó de líder. En la Vuelta a España también hubiera podido ganar en el estreno de Granada, la contrarreloj por equipos, donde se tuvo que conformar con ser tercero. Se conformó con hacerlo en la segunda.

En el 'ferroagosto' jienense, Valverde no perdonó. Reventó a Paolo Bettini, a Filippo Pozzato, a Ricardo Serrano y se quedó solo. Jaén y Plumelec, en el Tour, tienen en común sus llegadas, una cierta dureza, más pronunciada la francesa, y la forma de ganar de Valverde. Los veinte segundos de bonificación que había en la meta le ha permitido el jersey.

Siete meses han pasado desde que el líder del Caisse d' Epargne ganase la contrarreloj de la Vuelta a Murcia. Siete meses en los que no ha dejado de levantar los brazos. De su tierra pasó a Francia, Bélgica. Da lo mismo el lugar. Valverde es uno de esos ciclistas que convierten el trabajo de su equipo en una alegría diaria.

Eusebio Unzue baja todos los días de la habitación de su hotel con un maletín en la mano. Lo lleva lleno de papeles. Asuntos del equipo. Suele ir director al autobús, para planificar la jornada. «Sabíamos que en Jaén el final de etapa picaba hacia arriba, lo que significaba una nueva oportunidad para Valverde. Se trataba de llegar a la parte final con opciones». Llegaron con todas puesto que el terreno era ideal para rodar. Y ganaron.