Editorial

Un año de turbulencias

Hace ahora un año el Banco Central Europeo y la Reserva Federal estadounidense intervinieron para inyectar liquidez a unos mercados a punto de colapso por el cierre del crédito en las economías desarrolladas en la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión cuyo detonante fueron las llamadas hipotecas subprimes. Después de doce meses de turbulencias en que los problemas financieros se han ido extendiendo sin freno a la economía real, provocando el derrumbe del mercado inmobiliario, los analistas no coinciden en diagnosticar la profundidad y duración de la crisis. Tampoco se aprecia todavía la magnitud de los daños en la economía de los países más afectados, aunque es un hecho palpable que el sentimiento de incertidumbre se ha agudizado al sumarse a los problemas del sistema financiero internacional (la escalada del precio del petróleo, el encarecimiento de los alimentos y una inflación mundial desconocida desde hace décadas). Pese a la unanimidad existente en atribuir el origen de las graves dificultades crediticias a las prácticas irregulares de entidades financieras, que colocaron en el mercado productos sofisticados y peligrosos comprando y vendiendo titulaciones de hipotecas de alto riesgo, las autoridades económicas no han afrontado con rigor la urgente regulación de las prácticas financieras.

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Por el contrario, el dogma del antiintervencionismo ha caído en pedazos en un ejercicio de nacionalización de pérdidas tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos, reflotando entidades al borde de la quiebra. La crisis ha golpeado duramente a países cuyas economías se consideraban altamente solventes y está pasando de largo de los llamados países emergentes, lo que emplaza a los países industrializados a potenciar sectores alternativos capaces de impulsar la creación de empleo y riqueza. Pero más allá de las turbulencias exteriores, cada economía nacional se enfrenta al reto de minimizar daños con una política económica adecuada para evitar caer en una espiral de destrucción de empleo y estancamiento y que consiga convertir la crisis en una nueva oportunidad de crecimiento.