CRÍTICA DE TV

Jekill

Cuatro estrenó la otra noche, domingo, dos perlas de la reciente hornada británica: Invasión Jurásica -miniserie de dos capítulos- y Jekyll, nueva versión del clásico de Stevenson sobre el Dr.

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Jekyll y Mr. Hyde. Ambas vienen a ser el negativo una de otra: Invasión Jurásica promete mucho por efectos especiales, pero, por desgracia, se queda en eso; Jekyll es realmente menesterosa en efectos especiales, pero, por fortuna, es riquísima en todo lo demás. Lo de Invasión jurásica es una pena. Esta facturada con decoro y eficiencia, pero coge un punto de partida sugestivo y lo hace fosfatina a base de banalidades. Se trata de lo siguiente: en el mundo aparece una "anomalía" que en realidad es un túnel espacio-temporal, a través del cual puede uno transportarse al tiempo de los saurios; un audaz equipo de investigadores tratará de afrontar el reto. Con esos mimbres, uno puede hacer lo mejor y lo peor. Por desgracia, este producto de la BBC ha escogido lo peor: ha puesto todos los huevos en la cesta de los efectos especiales -es decir, lo único que ya no tiene mérito después del Parque jurásico de Spielberg- y ha prescindido por completo de ofrecer un relato con un mínimo relieve; toda la fascinación que despierta la reconstrucción de los bichos, realmente buena, se deshace en cuanto uno asiste a un diálogo entre los personajes. Una pena, en fin. Así que hablemos de Jekyll, que tiene más chicha tanto fílmica como narrativa. La historia de Jekyll y Hyde es, como se sabe, un clásico de la literatura universal; es un clásico porque toca un tema eterno, a saber, la convivencia del bien y el mal en una sola persona (o sea, en todos y cada uno de nosotros). El planteamiento de esta serie televisiva arranca de un punto de partida elemental: Mr. Hyde vuelve a encontrar en Londres a su doctor Jekyll. En el relato original, Jekyll ignoraba cómo actuaba Hyde; ahora, sin embargo, lo sabe (porque ha leído a Stevenson). A partir de ahí, el argumento plantea un conflicto intenso: Jekyll, felizmente casado y con dos hijos, hará lo posible por proteger a su familia de la violencia de Hyde. Lo logra con ayuda de la tecnología; incluso Jekyll somete a su otro yo a una rigurosa vigilancia horaria.