ALBERTO ROMERO. Coordinador del Seminario. / N. R.
Cultura

La otra memoria histórica

Germán Ramírez Aledón rastrea la mirada de los exiliados republicanos sobre los que sufrieron el mismo destino en el XIX

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Vicente Llorens escribió a Max Aub: «En vista de mi aislamiento, me dedico a estudiar las historias de las emigraciones españolas, que es una forma de convivir con mis afines». La lectura que el intelectual valenciano hizo del exilio supera la interpretación histórica o literaria, desborda la perspectiva académica y ahonda en su dimensión eminentemente vivencial. Es decir: le preocupan los hechos pero, sobre todo, le preocupan las personas.

La estela de la filosofía de Llorens es perfectamente perceptible en otros autores, como Claudio Guillén o Juan Goytisolo. El precursor de los trabajos de interrelación entre generaciones de exiliados analizó la influencia de estas discontinuidades (o rupturas) en el desarrollo de la nación, los efectos que causó en su evolución natural, pero también se centró en el fenómeno personal del reconocimiento entre los que sufrieron el desarraigo. El profesor de la Universidad de Valencia, Germán Ramírez, destacó ayer en el marco del Seminario Diálogo entre exilios, encuadrado en los Cursos de Verano de la UCA, cómo el que se autodefinía como un «ser humano liberal, cristiano e individualista» senía una especie de empatía atemporal por los que tuvieron que abandonar España a raíz de lo sucesos del 14 y el 24. Sobre el análisis históricos, primaba el dolor común de identificar cómo «a la dispersión, se une el desaliento de muchos, viéndonos ya pertenecer, canosos y envejecidos, como yo mismo, a una especie a extinguir».

«Todos los caminos para estudiar el exilio en España conducen a Vicente Llorens, es la columna vertebral de cualquier estudio, el eje ineludible, el referente esencial de cualquier trabajo», sentenció Ramírez Aledón. dperez@lavozdigital.es