ESPAÑA

Zapatero busca la ayuda marroquí para cerrar rutas a las mafias de la inmigración «Derechos» sobre Ceuta y Melilla

El primer ministro de Marruecos agradece la última regularización en España de «miles y miles» de sus ciudadanos

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José Luis Rodríguez Zapatero se comprometió ayer a trabajar con Marruecos para reforzar el control de las fronteras y cortar el paso a las mafias de la inmigración, que han encontrado en el noreste del país vecino un área desde la que operar. El presidente del Gobierno anunció en la ciudad de Oujda, tras un encuentro con Mohammed VI y el primer ministro, Abbas El Fassi, que el responsable de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, viajará la semana próxima a Rabat para buscar una solución conjunta.

Oujda, situada en la frontera con Argelia, a unos 150 kilómetros de Melilla, se ha convertido en puerta de entrada de miles de inmigrantes clandestinos que esperan una oportunidad para llegar a Europa, y es también destino de subsaharianos retornados a África. Atrapados en una difícil encrucijada, son carne de cañón para los traficantes de personas. Portavoces de algunas ONG estiman que alrededor de cuatro mil inmigrantes esperan en esa zona para dar el salto a la Península y las autoridades temen una avalancha de pateras en los próximos meses. De estas costas, también de las cercanas Alhucemas y Nador, han salido la mayor parte de las embarcaciones que en las últimas semanas han intentado alcanzar el litoral andaluz.

Rodríguez Zapatero aseguró que el trabajo desempeñado con Marruecos ha permitido reducir ya de manera «drástica» los flujos de inmigración clandestina y destacó que entre 2007 y 2008 se ha apreciado una mejora del control fronterizo respecto a años anteriores. Pero admitió que las mafias han sido capaces de abrir nuevas rutas, lo que obliga a intensificar los controles. «Seguramente -reconoció- es necesario incrementar la colaboración; pero al margen de eso, lo más importante es la lucha contra la pobreza».

Reiteró así el mensaje que ya lanzó desde Grecia, tras conocer la muerte de nueve bebés que viajaban en una patera frente a las costas de Almería, e insistió en que el drama de la inmigración no acabará hasta que no se ataque el problema de fondo. «No basta esperar a la próxima cumbre de la ONU en septiembre; esta situación exige una respuesta mañana porque los datos sobre la incidencia de la crisis alimentaria son cada vez más preocupantes», alertó.

Sin agenda

El primer encuentro de esta legislatura entre el jefe del Ejecutivo español y las autoridades marroquíes no dio para más en este terreno. Y casi en ningún otro. Abbas El Fassi dejó claro que la cita, de poco más de cinco horas, había sido concebida como un mero «encuentro de amistad» sin orden del día ni temas a tratar. Es tradición que Marruecos sea el primer destino de la diplomacia presidencial tras las elecciones, pero esta vez los problemas de agenda del rey alauí lo impidieron. Aún así, Zapatero, con el último drama de la inmigración irregular aún reciente, aprovechó la breve estancia para abordar la cuestión.

El primer ministro marroquí también lanzó su propio mensaje. Sabedor de las denuncias que desde Europa y en su propio país han vertido numerosas organizaciones sociales por el trato dado a los inmigrantes irregulares en tránsito, defendió que Marruecos hace un esfuerzo para reducir el flujo pero subrayó que siempre ha respetado «la dignidad» de los «hermanos africanos». Lo curioso es que su proclama de autodefensa no respondía a pregunta alguna, aunque retrotrajo a las imágenes de cientos de personas abandonadas en el desierto.

También consideró Al Fassi que esta era una buena ocasión para agradecer a Rodríguez Zapatero el proceso de regularización masiva desarrollado en la pasada legislatura por el cual «miles y miles» de marroquíes residentes en España en situación irregular pudieron legalizar su situación. Con esa premisa, el presidente pudo recordar la presencia de seiscientas empresas españolas en territorio marroquí y el rápido crecimiento del comercio bilateral, a un ritmo del 20% anual. Con todo ello, España valora como absolutamente imprescindible mantener una relación «intensa» con el país vecino. El encuentro entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mohammed VI en Oujda debía servir para zanjar la crisis en las relaciones con Marruecos por la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Y lo hizo. Pero las autoridades marroquíes no dejaron pasar la oportunidad de recordar, de espaldas al jefe del Ejecutivo, su «derecho a recuperar» ambas plazas.

El primer ministro, Abbas El Fassi, eludió sacar a colación el polémico asunto en la rueda de prensa conjunta, pero se explayó ante las televisiones de su país, a las que aseguró que dijo a Rodríguez Zapatero «la verdad de lo que siente cada marroquí y Su Majestad el Rey».

El presidente del Gobierno dio al asunto la dimensión de agua pasada e incluso quitó hierro al incidente. «Ha sido -dijo- un leve enfriamiento; y la mejor demostración es el día de hoy en el que hemos hablado de cuestiones económicas, inmigración y proyectos conjuntos».