VUELTA DE HOJA

La penúltima moda

La investigación contará el año que viene con menos recursos, con lo que se frustrarán las aspiraciones de muchos muchachos que extrañamente no envidian la cifra por la que ha sido contratado Cristiano Ronaldo y sólo aspiran a ganar lo suficiente para seguir investigando. No se habla nunca de ellos. Hubo un tiempo en el que se pretendió que los españoles fuésemos la mitad monjes y la otra mitad soldados. Ahora se aspira a que seamos la mitad centrocampistas y la mitad parados. ¿Quién comenta las declaraciones de la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia que nos ha advertido que ambas cosas contarán el año que viene con un presupuesto más reducido? Eso no le importa a nadie.

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Sólo, en alguna escala a ella. Lo que debaten ahora los españoles es la penúltima hora de la moda, que no consiste en incorporar una prenda sino en prescindir de ella.

Quizá no sea del todo inoportuno, cuando tenemos el agua al cuello, hablar de la corbata. La asfixia económica no debe aumentarse con ese artificioso y estilizado pañuelo, pero su uso o desuso tampoco debe convertirse en un tema transcendente. «Los rojos no llevaban sombreros», fue un célebre eslogan, cuando yo era chico, en los tiempos del rey que rabió y que la república se anticipó a que hubiera verdadero republicanos. No se sabe qué está pasando, pero ahora la moda, como los teólogos, quieren imponernos algo por su ausencia. Reprobar el uso de la corbata es razonable, dado nuestro clima durante muchos meses del año, pero no debe ser obligatorio. Todo el que no quiera llevarla está en su derecho, pero todo el que no pueda aguantarla es un palurdo irreparable. «Moda es todo lo que puede cambiar de moda», dijo Cocó Chanel.

Cuando, en tiempos de la postguerra le preguntaron al gran don Pío Baroja si juraba o prometía ciertos principios incontinuables, el gran novelista, viendo las caras de aquellos bestias, les dijo: «Yo, lo que se lleve».