BAJO EL PUENTE DE BROOKLYN. Una de las cuatro monumentales instalaciones, cuya inauguración estuvo acompñada por la lluvia. / AFP
Sociedad

Nueva York se moja con su imagen

Cuatro grandes cascadas del artista Olafur Eliasson abren al mar la Gran Manzana

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Simples pero ambiciosas. Las cuatro monumentales cascadas que bañarán la Gran Manzana este verano repartirán beneficios entre los comercios de la ciudad -55 millones de dólares, según la estimación del Ayuntamiento- pero sobre todo desatarán la imaginación de sus habitantes y dejarán boquiabiertos a los turistas. Su autor es el artista danés-islandés Olafur Eliasson, autor de la segunda gran obra de arte público durante el mandato del alcalde Michael Bloomberg, quien al inagurarla calificó ayer la instalación de «un triunfo de la imaginación y la ingeniería».

Las cuatro cascadas dibujan el sur de la isla con cuatro narrativas diferentes, en palabras del autor: la parte industrial de Williamsburg, vista desde el Puente de Manhattan, al asentarse al norte de éste en el muelle 35; la dimension histórica del Puente de Brooklyn, que alberga una justo bajo sus cimientos; el origen de Chinatown y la majestuosidad de Wall Street, vista desde los muelles 4 y 5 de Brooklyn que salen en las películas de gánsters, y la isla de los Gobernadores, que veía entrar los barcos de inmigrantes, abierta recientemente al público. Las dos más altas, de 36,5 metros de altura, rivalizan con la Estatua de la Libertad y son tres cuartas partes de las cataratas de Niágara, pero todas despliegan un manto de agua de 10 a 20 metros de ancho, impulsado sobre unas andamios de metal que pesan 270 toneladas y serán reutilizables.

La ciudad ha elaborado un mapa para recorrerlas en bicicleta y ha dispuesto barcos que harán el recorrido por mar, además de poner especial atención al aspecto ecológico: bombillas de alto rendimiento las iluminarán tras la puesta de sol y filtros especiales impedirán que las criaturas del mar sean absorbidas por las bombas.

Casi a modo de disculpa, Eliasson aseguró que no tenía intención «de hacer algo exageradamente grande, sólo a escala de la ciudad», que hace palidecer las monumentales dimensiones de su obra pero que con ellas se abre al mar como nunca en su historia. «Es un sueño hecho realidad», agradeció emocionada Susan Friedman, presidenta de la organización sin ánimo de lucro Public Art Foundation, que ha patrocinado la obra, financiada con dinero privado. «Es a la vez inesperado y accessible. Abrirá nuevas puertas para el arte público. Para lograr algo como esto las estrellas tenían que alinearse a nuestro favor. Habrá muchas otras obras públicas pero ninguna tendrá la capacidad de transformar una ciudad como lo ha hecho ésta».

Bloomberg, que ya apadrinó hace dos años The Gates, obra de Christo & Jeanne Claude en Central Park, fue alabado como un visionario por los presentes al defender el dinamismo que trae a la ciudad el arte público. «La vibrante vida cultural de Nueva York es la razón por la que tanta gente quiere vivir aquí y por la que nos visitan tantos turistas», aseguró.

«El agua es a la vez algo elusivo que llena los sueños y tan tangible que te puedes mojar en ella», sentenció el artista. Se adapta a las formas y a luz, por lo que las cascadas serán una obra que los neoyorquinos podrán visitar infinidad de veces obteniendo diferentes sensaciones según la luz, el tiempo o el ángulo desde el que se vean. Ayer el cielo amenazaba tormenta y auguraba un verdadero arcoiris de sensaciones hasta que las se cierren el 13 de octubre.