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Brown oscurece el futuro laborista

El jefe del Gobierno británico gasta en el primer año de mandato su amplia cuota de popularidad y esperanza tras relevar a Blair La fama de gestor se ha diluido en una cascada de despropósitos

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Ha pasado sólo un año, pero parece que ha sido un siglo. Los últimos doce meses han sido los más difíciles para la carrera política del primer ministro británico, Gordon Brown. Se le ve cansado, desgastado, dicen que no podrá aguantar el tirón y se teme que pase a la historia como 'Brown, el Breve'. En las encuestas lo tiene complicado. Según un sondeo publicado en 'The Guardian', cuenta únicamente con el apoyo del 25% del electorado, frente a un 45% que votaría al Partido Conservador de celebrarse ahora las elecciones legislativas, previstas para 2010.

Y eso que empezó con buen pie. Cuando asumió el poder el 27 de junio del pasado año, relevando a un descalabrado Tony Blair, su seriedad y fama de buen gestor generaban confianza entre los británicos. Le faltaba el carisma de su antecesor, pero precisamente por ese perfil introvertido muchos esperaban que no podría engañar al electorado con juegos mediáticos. El lema de su campaña de imagen 'No Flash, just Gordon' ('No Flash, simplemente Gordon'), un juego de palabras que aludía al personaje de cómic Flash Gordon, incidía precisamente en esta idea. Su imagen no es arrolladora, le costaba sonreír, pero era muy trabajador, y tenía solvencia.

Tras asumir el cargo de jefe de Gobierno, los sondeos en los primeros meses de mandato impulsaban al alza la popularidad de Brown. Había respondido bien, con firmeza, ante los atentados terroristas fallidos en Londres y Glasgow, y también había afrontado con brío los problemas causados por las inundaciones y los brotes de fiebre aftosa el pasado verano. Un Brown exultante soñó con convocar elecciones anticipadas y ganarlas con amplia ventaja para reforzar su mandato. Las semanas de especulaciones sobre esta posibilidad se zanjaron con un repliegue cabizbajo por parte del primer ministro. Las encuestas habían empezado a no ser tan esperanzadores y el 'premier' no quiso arriesgarse a tirarse a la piscina.

Cuesta abajo

Una retirada a tiempo, que no obstante, dañó severamente la imagen de Brown. Ante la opinión pública quedó retratado como un político indeciso, débil. Y a partir de entonces empezó el camino del calvario para el líder laborista. Despropósito tras despropósito, su popularidad se ha ido viendo cada vez más golpeada.

Primero fue la crisis del banco hipotecario Northern Rock, en la que se le critica por no haber sabido responder con soluciones adecuadas; luego, el extravío de datos confidenciales de millones de familias y los sucesivos escándalos de financiación del laborismo. Dos medidas altamente controvertidas, además, le han costado la pérdida de confianza entre sus propias filas: una reforma fiscal que implicaba la subida de impuestos para los contribuyentes con salarios más bajos, y la ampliación a 42 días del plazo de detención sin cargos para sospechosos de terrorismo, que ha sido aprobada recientemente por los pelos, con la abstención del ala más radical del laborismo.

Pero sin duda, el yugo que más oprime en estos momentos a Brown es la desaceleración económica. La subida del precio del petróleo ha provocado un fuerte encarecimiento de la factura del gas y la electricidad, que ha venido acompañado con el aumento de los precios de los alimentos. La inflación se acerca al 4% y las protestas no se han hecho esperar.

A pesar de la dimensión global de la crisis, los británicos culpan a Brown de no ser capaz de remar en aguas turbulentas. Según el sondeo de 'The Guardian', el 86% de los ciudadanos en Reino Unido le acusan de ser total o parcialmente responsable de la incertidumbre económica. Una paradoja del destino para el primer ministro, que precisamente había ganado su prestigio como gestor al frente de la cartera de Hacienda, durante los diez años del mandato de Blair, quien le calificó como el mejor «mejor ministro de Hacienda británico de los últimos cien años».

Con un Partido Laborista debilitado, que en mayo sufrió una debacle en las municipales, su peor resultado de los últimos cuarenta años, cada vez son más las voces que pronostican un pronto final para Brown en el poder. Algunos, incluso, creen que ni siquiera llegará a las legislativas de 2010.