ANDALUCÍA

Catarsis general

YA, tras el año de 1992, gobernando el PSOE de Felipe González, vivimos una crisis agobiante y siniestra para llegar a un punto en el que todas las defensas y recursos del país amenazaban con desplomarse con estrépito. Sobrevivimos a la alarma de aquella angustia y, ahora, estamos en esta crítica situación que algunos comparan con el Apocalipsis final.

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Y con este decorado social y económico, los socialistas de la Junta (al frente el consejero de Economía, José Antonio Griñán) y los del Gobierno central (a la cabeza Carlos Ocaña, viceministro de Hacienda) negocian un acuerdo para establecer el nuevo plan de financiación para Andalucía que sirva de pauta para un buen número de autonomías, incluida, dentro de lo que cabe, la catalana. Y han afirmado los próceres citados que existe entre las partes «una amplia coincidencia», aunque se esfuerzan en cerrar dos apartados claves y definitivos (en principio): la reforma del Fondo de Suficiencia y la Revisión de la Solidaridad que establece el Estatuto andaluz.

Naturalmente que existirá «una amplia coincidencia». Faltaría más si entre Griñán y Ocaña se cruzara miradas huidizas y se soltaran trampas y equívocos para hundir al interlocutor. Por lo que no es decartable que, transcurridas unas fechas, ambas partes anuncien ese principio de acuerdo. Lo contrario, que entrara a la greña pura y dura, resultaría desconsolador.

Con todo, quizá lo más delicado es el momento político en el que se anuncia la negociación: una encrucijada de catarsis general con los miedos renovados a una dura recesión, especialmente alimentada por las dudas de las personalidades más destacadas de ambos Ejecutivos: el sector pesquero en pie de guerra ante el precio del combustible, huelga de transportistas, 200 trabajadores suspendidos de contrato en una internacional del automóvil instalada en el país por falta de piezas de repuesto, aumento del IPC en mayo en un O,6%, un trasfondo social tenso y desmoralizado y amenaza de desabastecimiento de alimentos esenciales.

¿Algo positivo para el Gobierno? Sí, que la oposición, de momento, está más atareada en solucionar sus problemas internos que en criticar y asediar al Ejecutivo.