CALMA. Hillary Clinton pide a sus votantes que cesen los gritos de «Denver, Denver». / AFP
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Loa a la «heroína demócrata»

El pegajoso calor que invadía las inmediaciones del Barauch College de la Gran Manzana neoyorquina hacía más asfixiante cualquier movimiento que se hiciera entre la multitud de unidades móviles, tediosas colas de periodistas y algún que otro curioso que se agolpaba desde las dos de la tarde de ayer para poder ver el semblante que ofrecía la senadora Hillary Clinton. Todo estaba preparado para escuchar un discurso que sufrió cambios y desmentidos durante toda la jornada pero que se esperaba como agua de mayo.

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Algunos de los estudiantes del centro pasaban del 'espectáculo' que se había montado. «Nosotros votamos a Obama», afirmaban. Sin embargo, otros no dudaban en lucir toda clase de parafernalia para hacer destacar el nombre de Clinton hasta la saciedad.

Frente a pasadas ocasiones, los miembros de la campaña de la ex primera dama facilitaron el acceso al lugar de su intervención a casi todo el mundo, algo sorprendente si se compara con otras veces en las que a más de un periodista, especialmente de la prensa internacional, se le dio con la puerta en las narices.

'No me rendiré'

La heterogeneidad del público concentrado en el gimnasio de Barauch College desprendía una energía magnética. De hecho, parecía que cada amago, cada minucioso acto de presencia de la senadora merecía una descomunal ovación. Al menos, así lo demostró la prueba de sonido, que se convirtió en una amalgama de vítores que anticipaban lo que quedaba por venir. Los 'parties' demócratas se caracterizan por su musicalidad y desde luego la banda sonora del pasado martes estuvo elegida al dedillo. Primero los atronadores acordes del 'I Won't Back Down' ('No me rendiré') de Tom Petty, auguraban lo que muchos ya se temían, aún quedaba Clinton para rato, sin embargo, fue Tina Turner y su 'We don't need another hero', quien dejó claro que en aquella sala sólo había espacio para una sola heroína.

Al grito de «¿Denver, Denver!», los que acudieron al encuentro de Clinton dejaron claro que la batalla final todavía no se ha librado. El sabor de boca dejado tras escuchar a la senadora sorprendía, ya que sus palabras sonaban más a una ilusa victoria que a una amarga derrota.

Entre bambalinas todo continuaba como de costumbre, se entretuvo a los cientos de periodistas con setenta unidades de Domino's Pizza y se colocó un bar para recaudar fondos, especialmente entre los donantes de la campaña y los «invitados especiales».

Algunos periodistas brindaban por «cuatro meses más», augurando la posibilidad de que Clinton luche hasta la Convención Nacional demócrata de finales de agosto en Denver. Aun así, las lágrimas de más de un asistente y alguna que otra acusación a la prensa por haber destruido a la «heroína demócrata», daban a conocer la cruda realidad, el elegido ha sido Barack Obama.