CRÍTICA DE TV

Paco

Los hombres de Paco es una serie realmente extravagante. Yo llevo viéndola desde su estreno y aún no me he enterado exactamente de adónde quiere ir a parar. Por supuesto, todos entendemos la trama: tres policías de singular torpeza, al estilo del tebeo, cuyas peripecias profesionales se entremezclan con sus tramas personales y terminan confeccionando algo que puede aproximarse a un relato. Pero el relato -todo relato- necesita cierta estabilidad, algún punto fijo de referencia, y aquí no hay tal. Ya sé que a la tele no le debemos pedir que responda al clásico patrón de planteamiento, nudo y desenlace, porque la narración televisiva en serie prefiere el patrón nudo-nudo-nudo, para que la cosa dure más. Pero, incluso siendo así, por lo menos debemos exigir que en el nudo de marras se vea el perfil de cada hilo, para que el espectador no termine ahogado por tanto lazo, y eso precisamente, el perfil, es lo que en Los hombres de Paco resulta inaprensible. Al principio, la serie era expresamente cómica; tanto que la productora tuvo que incluir un cartelito diciendo que su propósito no era reírse de la Policía española (ah, ¿no?), sino al revés, homenajearla. Como eso no resultó muy creíble, el planteamiento de la historia giró hacia contenidos más dramáticos: seguía habiendo un permanente color humorístico, pero aquello se iba pareciendo a una serie policial.

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Después, sin embargo, la cosa volvió a girar ... ¿hacia dónde? Esto es lo que yo no he entendido todavía, sin duda por la escasez de mis luces. La otra noche prescindí de mis gustos, dejé de ver House y traté de seguir Los hombres de Paco. Vi una serie de escenas en flash-back conectadas por el relato de dos de los policías, ambos envueltos en sendas camisas de fuerzas y encerrados en una habitación acolchada. Si se trataba de expresar cuál es la imagen que el espectador ha llegado a hacerse de esta serie, el vestuario no podía ser mejor. Después, dos señoritas se besaban apasionadamente, escena que ya habíamos visto un par de capítulos atrás. Y bien, sí: muy llamativo, muy eficaz visualmente, muy bien pensado para atrapar la atención del espectador, pero ¿qué nos quieren contar? Esto es lo que nadie podría contestar.