TENSIÓN. Los jugadores, al saque de un córner. / LA VOZ
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La Balona desperdicia la ocasión de sentenciar la eliminatoria en su casa

Los albinegros fueron muy superiores pero no acertaron a de cara a la portería contraria

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La Real Balompédica Linense desperdició ayer una oportunidad, quien sabe si única, de dejar la primera de las eliminatorias de la fase de ascenso a Segunda División B vista para sentencia. Los de Baby se mostraron infinitamente superiores al Anguiano a pesar de no cuajar un buen partido en líneas generales. Quizá eso explique la efusiva celebración de los riojanos tras el pitido final a pesar de haber caído derrotados. Y es que ni ellos mismos esperaban un marcador tan favorable en un ambiente tan infernal y ante un equipo de un nivel mucho más alto.

Los albinegros comenzaron el encuentro con demasiada tensión. La responsabilidad y los nervios hacía que el esférico les quemara en las botas, por lo que la precipitación fue constante y terminaron por abusar de los envíos en largo. El rival tampoco es que estuviera demasiado centrado. El Anguiano se limitaba a esperar agazapado en campo propio y a repeler cualquier atisbo de ataque linense. Cierto es que la irregularidad del terreno de juego tampoco ayudó mucho a que aflorara el espectáculo, así como un colegiado demasiado condescendiente con el juego brusco y poco acertado en sus decisiones.

Pero el encuentro cambió su decorado al filo de la media hora de juego, cuando un pase Carlos Guerra fue rematado de cabeza por Miguélez al palo y el rechace lo cazó Jonhy para estrenar el marcador. El Municipal estalló de júbilo, los jugadores locales respiraron de alivio y los riojanos tocaron arrebato al ver lo que se les venía encima.

La Balompédica se volcó entonces sobre la meta de Joseán y tuvieron opciones para sentenciar no sólo el encuentro sino también la eliminatoria, pero les faltó puntería. Esa sensación se hizo más acuciante conforme pasaban los minutos en la segunda mitad y los albinegros no eran capaces de superar las barricadas riojanas. Y es que los locales bajaron el nivel en la segunda mitad. Los de Baby abusaron de los saques de banda al área rival y del juego directo, lo que facilitó la labor de los visitantes, que se limitaron a mantener el sitio.

No hubo chispa, ni velocidad, ni desborde, tan sólo balones arriba y a esperar. Esta situación permitió que el Anguiano estuviese cada vez más cómodo, tanto que hasta sus jugadores se permitieron merodear con bastante asiduidad por el área de David Pérez. El dominio cada vez era más infructuoso y menos asfixiante para el rival, por lo que quedaba la sensación de que la Balompédica se mostraba excesivamente conservadora ante un rival inferior en todos los sentidos.