MENTALIZADOS. Miguel regresa al equipo tras su sanción aunque comenzará en el banquillo. /FRANCIS JIMÉNEZ
Cádiz C.F.

El partido del año

Cádiz y Real necesitan la victoria en su lucha por la salvación y el ascenso Una victoria amarilla dejaría la permanencia prácticamente finiquitada

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Día D (de domingo). Hora H (18 h). Comienza la guerra. La Real Sociedad ha desembarcado en la Tacita con la mentalidad férrea de saquear hasta en el último confín del coliseo amarillo. Ya atracaron en La Rosaleda y atracaron al Málaga, al que privaron de tres puntos muy valiosos. Ahora esperan repetir su gesta ante una escuadra generosa que ha repartido demasiadas alegrías esta temporada por las tierras de España.

Pero tanto altruismo debe tocar a su fin, a no ser que los amarillos deseen acabar con sus huesos de nuevo en el pozo. El Cádiz tiene que ganar. Da igual la imagen, el fútbol, el árbitro o los fallos de atención. A las 20 horas, Procopio debe exhalar un último suspiro que dé paso a la tranquilidad absoluta, y los bolsillos le pesen con esos tres puntos tan preciados.

Esta victoria sería el paso casi definitivo para dar carpetazo al curso y pensar en un futuro de Segunda. La plantilla está mentalizada. Cada vez que la tabla ha traído un poco de calma, los futbolistas se han dormido en los laureles (con despistes y pifias de novato) y se han despertado con tremendos dolores de cabeza.

Un último achuchón

La última arenga del míster ha abierto los oídos de estos jugadores, que sólo se motivan en estas grandes citas. Durante toda la semana han pedido a la afición un último achuchón, el empujón que los lleve en volandas hacia el triunfo. Ánimos desde que suena el himno de Manolo Santander, aplausos en la salida y presión contra el rival. Vamos, lo de siempre. Como dice Procopio, quien tiene más que dar es el equipo, que ya ha traído demasiadas decepciones.

Las dos últimas derrotas no han mermado la confianza cadista. Ni siquiera han afectado demasiado (salvo en la clasificación). El técnico dará continuidad al bloque que ha formado en este último mes, en principio porque desde el banquillo pocos han demostrado ser mejores que los titulares.

El regreso de Paz

La única novedad con respecto al duelo de Ferrol será el regreso de Paz tras cumplir sanción, en detrimento de César Caneda. Contreras aguanta en la portería después de su cantada, Cristian correrá la banda hasta en el descanso, como dice Lillo, Kosowski y Gustavo López ocuparán las bandas, mientras que Natalio y Dani formarán la pareja atacante.

El levantino ha captado el toque de su entrenador, el tirón de orejas por el choque de Ferrol, y se ha batido el cobre en los entrenamientos. A esperar cómo se toma hoy las patadas de los enemigos.

Miguel De la Peña García y Enrique piscinas, tal y como los han bautizado en Donosti tras los comentarios de Lillo, seguirán el encuentro desde la banda hasta que Procopio les dé la oportunidad.

En el bando opuesto, la Real Sociedad amenaza con una plantilla impropia de Segunda División. El club ha mantenido el bloque que la pasada temporada compitió en la elite, y el nuevo presidente, Iñaki Badiola, ha invertido casi 2,5 millones de euros en fichajes en el mercado de invierno. Pep Martí, el joven Fran Mérida, el ex del Getafe Nacho y Víctor Casadesús han completado un equipo que no tiene más salida que el regreso a la categoría dorada.

Lillo está contento. Ha pasado unos años a la sombra, embarrando su trayectoria, y se le ha presentado un proyecto precioso para volver al escaparate nacional. El problema es que en esta Liga tan reñida, va por detrás y cualquier ventaja es mayor de lo que parece.

Para aguantar el ritmo del Sporting ha de vencer en Carranza, como ya hiciera en Málaga, y por ello lamentan las bajas de dos piezas esenciales en la medular: Garitano y Aranburu. Larrea y Elustondo serán los sustitutos, apoyados por Martí y amparándose en el regreso de Delibasic.

Es el partido del año, pero ahora de verdad. Otro paso atrás de los amarillos y quedarán atrapados en las arenas, sin carroza que les ayude en la travesía. Para los donostiarrá aún sería peor. Pero aquí no habrá más regalos. Eso prometen. Y tienen que cumplir su palabra.