Elogio de la familia media

Durante los últimos tres años, el amable personaje de Genaro, ese patriarca cincuentón sobrepasado por su insulsa vida marital, sus rebeldes vástagos y su clara inclinación por la bebida que cobra vida en las páginas de El Jueves, acaba de dar el salto a las librerías gracias a una compilación de sus tiras que la revista satírica acaba de editar bajo el título de Fotos de Familia. Su autor, el joven dibujante gaditano Mel (Melchor Prats, Cádiz 1974), se siente entusiasmado con la idea de que su amado Genaro haya trascendido mas allá del papel cuché.

Esta especie de Homer patrio -«intento que no se le parezca, aunque Los Simpsons siempre son un referente», bromea Mel- es el paradigma del padre de familia de mediana edad que a pesar de sufrir las clásicas disputas domésticas con su esposa e hijos trata siempre de mantener a la familia unida. Según su creador, para crear las diferentes historias, «intento pensar siempre en mi propia familia y también rescatar algunos tópicos» a los que dota de un humor amable y personal. Así, la tradicional pelea por el mando, los conflictos en la mesa o los problemas de alcoba no pueden faltar en el universo de este antihéroe moderno. Sin embargo, los problemas de este entrañable gordinflón no se quedan en casa, ya que el pobre Genaro también es víctima de «un trabajo en el que todos sus compañeros son becarios con acné...».

Heredero de Ibáñez

Influenciado desde joven por el estilo de Quino, El Roto o Ibáñez y sus queridos Mortadelo y Filemón, Mel reconoce sentirse más próximo a la sátira española que al comicbook norteamericano o al manga. A pesar de todo, afirma haberse inclinado por todos los géneros, incluido el de los superhéroes de la factoría Marvel, aunque «los dibujaba con narizota», al estilo del torpe Superlópez de Jan.

Aparte de su trabajo para El Jueves -empezó en una revista infantil de esta publicación con otra historieta familiar-, Mel es viñetista de Diario de Cádiz y también ha colaborado con la revista gallega Retranca, el periódico Público, Mister K, el semanario infantil francés Spirou o la Revista Buenafuente. En todos sus proyectos, este joven dibujante de Cádiz intenta plasmar su visión crítica de la realidad, tratando cuestiones candentes y a la vez cercanas como el poder económico, las desigualdades sociales, el paro o la ecología y el medio ambiente.

Afortunadamente, Mel asegura que nunca ha visto coartada su libertad de expresión a la hora de criticar ciertos temas. «Siempre me he sentido cómodo y nadie se ha metido conmigo o con mi trabajo», espeta. Si bien, confiesa que «a veces uno es el que acaba por autocensurarse. Aprendes cómo contar las cosas o abordar los temas de una manera más sutil...».

En cuanto al panorama del cómic en la provincia, este joven viñetista se muestra realmente optimista, ya que, considera que en Cádiz «tenemos representación de todo tipo. Están los que trabajan para el extranjero como Carlos Pacheco, Jesús Merino o Mateo Guerrero, y los que se dedican al humor gráfico, como Fritz o yo». Asimismo, en lo referente al apoyo institucional que recibe el género, «siempre podría haber más cosas», pero desde hace años está el «certamen de Quiñones, que es el que tiene la mayor dotación económica».

Por otro lado, lo que sí que lamenta este joven autor es que se siga perpetuando el eterno prejuicio de que el cómic «es algo infantil, que se le compra a los niños». Curiosamente, «a nadie se le ocurre decir que el cine lo sea. Es muy injusto». Esto se debe, según el propio Mel, a que en España los tebeos de la factoría Bruguera -editorial de las revistas para niños Pulgarcito o TBO, o de las historias de El Capitán Trueno- han sido los que han tenido un mayor calado en la sociedad. Aun así, subraya que «en Francia no pasa lo mismo. Allí hay un respeto muy distinto» hacia los tebeos.

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