VUELTA DE HOJA

Aguas revueltas

Aunque aún no nos hayan movilizado, todos somos combatientes en la actual batalla del Ebro. España es un país de distancias íntimas y la sed que sufren los habitantes de un sitio seca la garganta y las tierras de otros lugares. El Gobierno rechaza abrir el debate del PHN, pero se dispone a revisar su política del agua.

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Cualquier otra que adopte será más apropiada. Los expertos lo que quieren es mejorar las redes y conseguir que se pague el precio real, lo cual parece bastante sensato, pero ¿quién le hace caso a los expertos? En España siempre se confía en quienes carecen de experiencia. Incluso se les nombra ministros, con la esperanza de que la vayan adquiriendo en el desempeño de su cargo.

Siempre ha habido ríos que no han estado de acuerdo con su curso, pero ahora los hay que tampoco están conformes con el curso de los acontecimientos políticos. Por eso ha sido necesario variar la definición de la palabra trasvase, que es «pasar un líquido de una parte a otra».

Negar las evidencias requiere más voluntad que lógica, ya que las evidencias no suelen protestar y les basta con insistir.

Llamarle revisiones a la política hídrica resulta satisfactorio para quienes las proponen, pero no altera nada. En algunas regiones van a volverse a poner de moda los botijos.

Para acabar de arreglarlo los partidos políticos discrepan sobre los sistemas de traslado. El PP, cuyo líder está invitando a que se pase a la otra orilla a quien no le lleve la corriente, no opina lo mismo que el PSOE, pero el agua continúa siendo de la misma opinión, que tampoco está tan clara como el agua.

El Cancionero ya nos ofrecía perspectivas consoladoras: Turbias van las aguas, madre, turbias van, mas ellas aclararán. Así sea.