VISITA. Solé estuvo en Cádiz invitado por el Consorcio del 12. / N. R.
ALBERT SOLÉ BRUSET PERIODISTA Y DOCUMENTALISTA

«Hay que fijar en el imaginario que Cádiz es igual a libertad»

El Consorcio del 12 exhibe su film sobre la lucha antifranquista y la Transición «El Bicentenario debe promover la ciudad asociada a los valores de la Pepa», dice

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Nació en Bucarest, hijo de un padre militante antifranquista y exiliado, locutor de Radio Pirenaica, que durante la transición se convertiría en uno de los siete padres de la Constitución, Jordi Solé Tura. Albert Solé (Bucarest, 1962), periodista y documentalista, ha recuperado su infancia y con ella los recuerdos de muchos episodios olvidados de la transición con el documental Bucarest, la memoria perdida. El film también se adentra en otro exilio, en este caso, el interior, que ha supuesto la lucha contra el Alzheimer de su padre. El Consorcio del Bicentenario lo exhibió ayer en Diputación como aperitivo de la exposición En Transición que se abrirá el próximo martes. En esta entrevista, Solé reivindica el valor del «diálogo por encima de todo» que supuso la Transición y el de la libertad que significó la Constitución de 1812.

-¿Cómo surgió esta colaboración?

-Esta película es la primera aproximación a la Transición y a la Constitución en clave emocional. En ese sentido, creo que este año que estamos de conmemoraciones y que en diciembre será el 30 de la Constitución, es una película muy oportuna para este tipo de conmemoraciones. Desde el principio en Barcelona se planteó que la película estuviera relacionada con la exposición sobre la Transición y ahora se ha llevado aquí en Cádiz. Desde esa buena sintonía que hubo en Barcelona me llamaron, y encantadísimo de venir. Cádiz, para los que la palabra constitución tiene un significado profundo, es un lugar simbólico.

-¿Le ha costado conjugar las experiencias vitales de su padre con las propias?

-La película formalmente es la historia de mi infancia. Yo sentí que esa infancia, que cada uno vive desde la normalidad, sentí que era una experiencia muy atípica y me decidí a contarla. Es el hilo argumental sobre el que reposa la idea de la revisión del antifranquismo menos conocido, que es la época de la clandestinidad de los años 60 y luego de todo el periodo de expansión democrática que fue la Transición. Yo lo viví como un niño, desde el centro por mi circunstancia familiar, y me he decidido a contarlo.

-¿Qué enseñanzas le ha aportado esta investigación de ese periodo?

-Como enseñanza de las categorías históricas prefabricadas como que la Transición y los últimos años de franquismo fueron resultado de un gran pacto nacional, hay muchas anécdotas. A principios de los 60, cuando el Régimen ejecuta a uno de los camaradas históricos del Partido, que era Julián Grimau, desde Radio Pirenaica, donde mi padre era redactor y locutor, deciden hacer una acción de propaganda que es leer los nombre de los ministros franquistas apostillándolos de asesinos, entre ellos Manuel Fraga. Entonces viene Carrillo y dice: «Esto es un error, porque dentro de unos años nos tendremos que entender con algunos de estos». Esa anécdota sintetiza ese gran pacto nacional que ya se intuía. Como lección más personal, sí que hay una forma de ver la vida que es típica de la gente que estuvo en política en esa época: la cesión, el diálogo por encima de todo, la de la renuncia a aquello que parece irrenunciable, en aras de un proyecto mucho más general, que es un proyecto de estado. Eso hoy se ha perdido.

-Cádiz está embarcada en el Bicentenario. ¿Cómo lo ve desde fuera?

-Creo que este año que se celebra el 30 aniversario de la Constitución del 78, la gente va a descubrir que en la historia constitucional hay dos grandes referentes: Cádiz y la del 78, los únicos periodos que en historia constitucional marcaron un giro y las dos constituciones más liberales y más progresistas. Todo el mundo conoce la Pepa, pero cuál eran los contenidos y los valores que transmitía es lo que hay que promover y hacer descubrir a la gente: sus valores. Barcelona tuvo su Olimpiada, Sevilla tuvo la Expo, ahora Zaragoza tiene la suya... Estos hitos son importantes, para poner a Cádiz en el mapa y para fijar en el imaginario colectivo una idea fundamental: que Cádiz es igual a libertad. Ese binomio es muy importante porque no sólo se promueve a una ciudad sino que se la promueve asociada a unos valores.

mabardera@lavozdigital.es