EL COMENTARIO

Penúltimos aprietos electorales

Sarkozy llama «pobre imbécil» a un ciudadano que le impreca en una feria agrícola y el ex presidente Felipe González llama «imbécil» a Mariano Rajoy. Lapsos de campaña electoral. Nervios del síndrome del empate. Penúltimos aprietos electorales antes de un voto cuyo efecto lo será todo menos rutinario, incluso si todo queda más o menos como está. La impresión es que, al margen de la personalidad de los dos principales candidatos, el PSOE tiene una maquinaria electoral mucho más engrasada. El PP, en cambio, anda torpe y tardón. En cuanto a ideas, no abundan. Por ejemplo: se habla poco de política energética, o sobre cómo solventar el problema del abandono escolar prematuro. En general, los recortes fiscales han sido insuficientemente explicados. Quizás una de las propuestas a tener en cuenta ha sido el contrato de integración para inmigrantes propuesto por Rajoy e inmediatamente tildado de xenófobo por los socialistas.

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En realidad, ya vemos que los debates electorales no son la mejor ocasión para introducir nuevas ideas sobre el tiempo venidero. Eso no significa que los políticos carezcan de soluciones. Lo que sucede es que acostumbran a ser soluciones que requieren de algún esfuerzo por parte de la sociedad, de ajustes que afectan a unos o a otros. Por eso Juncker, el primer ministro de Luxemburgo, dice: «Todos sabemos qué hacer, pero no sabemos si después de hacerlo seremos reelegidos». Si eso es así, y considerando que al estar en el poder los partidos todavía ponen menos ideas en práctica, ¿cuándo es el momento para que una sociedad reflexione sobre su futuro? Siempre criticadas por su tono de show con globos y majorettes, ahora resulta que las elecciones norteamericanas tienen más consistencia que las europeas, implican más a la ciudadanía y representan alternativas de verdad. Como era de esperar, dado su profundo bajón de autoestima y con los precedentes de abstencionismo, Cataluña ha perdido fuelle político y estas elecciones generales lo hacen aún más tangible. Salvo en materia de exabruptos de ERC, Cataluña no aparece en los titulares de la campaña. Tampoco el País Vasco. Madrid centra claramente la campaña. Tanto la escenografía victimista como el particularismo cada vez venden menos. Puede ocurrir que, según indician las encuestas, los partidos nacionalistas pierdan escaños y sin embargo, incrementen su capacidad de influencia dada la hipótesis de empate virtual entre PP y PSOE.

Incluso con la indiferencia de parte de la ciudadanía y la desgana de no pocos políticos, continúa siendo cierto que para la educación de un político -como decía Churchill-, luchar en unas elecciones es algo indispensable. Sigue siendo así por mucho que mande la televisión. Es más: también la televisión enseña a los políticos, porque no en vano es el principal canal de información para la mayoría de españoles. En su famoso debate con Kennedy, Richard Nixon desdeñó maquillarse y aceptó debatir de pie cuando tenía una rodilla fastidiada. Kennedy ganó aquel debate, según las encuestas, pero lo curioso es que para quienes lo escuchaban por la radio ganó Nixon. Algún día alguien someterá a estudio las tres encuestas que, a poco del primer debate televisivo entre Zapatero y Rajoy, dieron al candidato socialista como ganador por amplia ventaja.