RIVALIDAD. Obama mira para otro lado al paso de Hillary Clinton. / AP
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Obama vigila de cerca a Bill Clinton

El senador afroamericano construye 'escuadrones de la verdad' con el objeto de rebatir los ataques del ex presidente

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Es angustioso para mí tener que seguir al que fuese presidente de Estados Unidos para obligarle a decir la verdad», contaba a la prensa Dick Harhim, ex líder del Partido Demócrata, que desde ayer forma parte de los escuadrones de la verdad, formados por el candidato Barack Obama con la finalidad de limpiar su imagen.

Bill Clinton se ha convertido en el perro de pelea de su esposa, aprovechando la atención que le dedican los medios de comunicación para contaminar, por ejemplo, su historial antibélico.

El ex presidente se ha referido a ello como «el mayor cuento de hadas que haya oído jamás» y habla de su candidatura como «tirar a los dados». Frases sacadas de contexto y medias verdades han sembrado las dudas entre los votantes demócratas, divididos entre dos estrellas.

«Esto tiene que acabarse, si no va a destruir al partido. Al final nos va a dividir y tendrá consecuencias duraderas», pronosticó el senador Tom Dashle, ex líder de la mayoría demócrata en el Senado, que también se ha unido a los escuadrones de la verdad. Detrás de la idea está el senador John Kerry, que en 2004 perdió la presidencia en parte por la acusaciones de doscientos veteranos afines al Partido Republicano que cuestionaron su reputación de héroe de Vietnam con la llamada campaña de los swift boat (patrulleras costeras que combatían al Vietcong). Entonces Kerry confió en que sus tres medallas púrpura, una estrella de plata y otra de bronce pesaran más que las difamaciones de sus enemigos, pero no fue así. Por eso, su consejo a Obama ha sido enfrentar directamente las mentiras de sus enemigos, y no sólo las de Bill Clinton. «Ten cuidado, Barack Obama es musulmán», dice uno de los muchos e-mails que recorren el ciberespacio estos días. Para quienes sólo arañen la superficie de las noticias, los datos cuadran. Su verdadero nombre es Barack Hussein Obama, como el infame dictador de Irak. Tanto su padre, original de Kenia, como su padrastro, de Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, profesaban esa religión.

El joven Barack se educó en un colegio musulmán de Yakarta. Y Obama «suena como Osama (bin Laden)», decía en Iowa Joyce Guckert, una demócrata que aseguró no poder votar nunca por alguien con ese nombre.

'El mensajero del miedo'

«Los musulmanes han dicho que planean destruir Estados Unidos desde dentro, y qué mejor manera que empezar por lo más alto, poniendo a uno de los suyos como presidente». Es la historia hollywoodense de El mensajero del miedo (The Manchurian candidate) trasladada a la realidad en la ficción de internet.

En realidad, la madre de Obama era agnóstica y, aunque tanto su padre como su padrastro eran musulmanes, no encontraban «particular utilidad a la religión», ha escrito Obama en su libro Dreams from my father. Además, en el caso de su padrastro seguía una rama del islam que deja espacio para el budismo, el hinduismo y otras religiones que conviven en Indonesia. El colegio de Basuki al que acudió a los 6 años estaba lejos de la madrasa radical donde se enseña a los terroristas a odiar Occidente, como dicen los e-mails difamatorios, y a ése le siguió un colegio católico. Obama es parte de la Iglesia de la Trinidad Unida de Cristo desde hace veinte años.

Toda esta información se encuentra ya en su website, www.barackobama.com, siguiendo los consejos de Kerry que no quiere verle terminar como él, pero es más fácil echar la bola a rodar que detenerla. Jerardo Lumbreras, un hispano de Las Vegas que votó por Hillary, adujo que fue a la website del candidato y confirmó su origen musulmán. «Para mí eso no es correcto», expresó entre sus razones para no votarle.

Trucos sucios

Los que no se molesten siquiera en escarbar podrán creerse otros bulos mayores, como que juró su cargo de senador de Estados Unidos con el Corán en la mano en vez de la Biblia, que da la espalda a la bandera y se niega a cantar el himno nacional.

Y eso que todavía no han entrado en juego los republicanos. En el partido rival se frotan las manos a la espera de recoger el testigo de los trucos sucios cuando les toque combatir al candidato demócrata que salga elegido de estas primarias maratónicas.

«La batalla apenas se está calentando», advirtió Kerry en un comunicado. «No permitiremos que nos roben estas elecciones con mentiras y difamaciones. Apoyo a Obama porque no busca perfeccionar la política del swiftboating -término que ya se ha extendido a las campañas sucias-. Para mí esto es personal, como para muchos estadounidenses que vivieron las elecciones de 2004».

De momento, la estrategia funciona. Una encuesta de Zogby reflejaba una caída de cuatro puntos para Obama en Carolina del Sur, donde Hillary ni siquiera está haciendo campaña, sino que la ha dejado en manos de su marido. Aún así, el candidato de color mantenía todavía una considerable ventaja de 39 por ciento a 24 por ciento en el último estado en votar antes del Supermartes, y el primero con una importante presencia de afroamericanos (30 por ciento de la población).