PAN Y CIRCO

Los retoques

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l partido frente al Málaga ha servido, al menos, para evidenciar esas carencias del equipo que los técnicos y los críticos han señalado desde el comienzo de esta tormentosa temporada y que, usando una terminología clínica, podemos definirla como descompensación funcional. Todos estamos convencidos de que cada una de las piezas de esta maquinaria humana posee suficiente calidad técnica y contrastada experiencia profesional, pero los resultados nos muestran que el conjunto no funciona de manera eficiente, a pesar de los excelentes propósitos que formulan los futbolistas y de los innegables que todos ellos realizan. Durante los días previos a este partido, muchos aficionados expresaban su convicción de que este encuentro contra uno de los más serios aspirantes al ascenso serviría para calibrar las posibilidades reales de los amarillos para alcanzar los objetivos marcados. La conclusión es que la calificación obtenida es la de insuficiente, y, en consecuencia, si no se retoca la plantilla, el suspenso al final de la temporada será irremediable. Si el Málaga ganó el partido, no fue sólo por la necesaria suerte que todo juego exige, sino también por la habilidad de los delanteros para marcar aquel gol en los primeros segundos de la contienda y, también, por la destreza de todo el equipo para administrar ese resultado durante los más de 89 minutos restantes. No tengo la menor duda de que los dirigentes han asumido que, si a estas alturas del campeonato, no se introduce algún cambio revulsivo que aliente las esperanzas de esta afición, la dilatada trayectoria que aún resta por recorrer puede resultarnos excesivamente dura, penosa y, sobre todo, peligrosamente desmoralizante. No podemos perder de vista que el aliciente principal de una competición es la ilusión de triunfar o, al menos, la esperanza de llegar a la meta. En estos momentos, todas las miradas de los aficionados convergen hacia esos retoques que la plantilla está exigiendo.