MEMORIAS DE LA FRONTERA

Murió Donn Pohren, más que el biógrafo de Paco de Lucía

Pocas horas antes de que se despidiera del escenario Eloy Gómez Rube --cuya obra con la de Fernando Cañas, Carlos Forné y otros marginales exquisitos, supone uno de los escasos rastros del underground gaditano--, también cogió el último tranvía el flamencólogo Donn Pohren. Con 78 años de edad, este último falleció en su chalet madrileño de Las Rozas, donde vivía junto con su esposa Luisa Maravillas. Todavía ondea sobre el escaparate de Raimundo, una edición de su libro Paco de Lucía: el Plan Maestro (1992), versión española de Paco de Lucia and Family: The Master Plan, de ese mismo año. Su muerte la anuncia con voz grave Estela Zatania, norteamericana como él, quien no oculta su admiración hacia Pohren, a la hora de animarse a bucear ella misma en el laberinto del jondo. La autora de Flamencos de Gañanía, una mirada al flamenco en los cortijos históricos del Bajo Guadalquivir, le preguntó no hace mucho: ¿Dirías que el flamenco ha absorbido tu vida entera, en el sentido positivo?

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«Pues, lo he disfrutado mucho, y disfruté de la forma de vida... -confesó Pohren--pero ya no existe la forma de vida. Siempre habrá quien quiera cantar el flamenco tradicional, pero la forma de vida ya no existe».

Y es que este escritor estadounidense que admiró a La Perla y que se enamoró del flamenco en 1947 cuando vio actuar a Carmen Amaya, fue mucho más que el primer y más aplicado biógrafo del guitarrista algecireño: «Cuando llegó Paco de Lucía todo cambió. Tenías que tocar como él...eso nunca había ocurrido anteriormente, ni siquiera con Sabicas», lamentaba al final de su vida. Su bibliografía es extensa y reúne títulos como Art of flamenco -su primera obra, escrita en 1963, pero que ha merecido cuatro ediciones más en inglés, una española, otra francesa y otra japonesa-, Lives and Legends of Flamenco (1964, 1988), una aproximación gastronómica titulada Adventures in Taste: The Wines and Folk Food of Spain (1972) y A Way of Life (1979 y 1999), que se editó en español en 1998 bajo el título de Una forma de vida. Su ejemplo inspiró novelas exitosas como Returning to A, de Dorien Ross, pero también a muchos anglosajones que descubrieron el flamenco a partir de sus textos.

Pero quizá su más lograda hazaña fuera la de convertir en mito a ese humilde guitarrista llamado Diego del Gastor, cuando Donn -terminó suprimiendo una de las dos enes de su nombre porque le resultaban presuntuosas- Pohren llegó a Morón de la Frontera para trabajar como contable en la Base, allá por 1961. Allí, se dejó fascinar por el toque a uña pelá de Diego Amaya Flores, Diego del Gastor (1908-1973) y se instaló en la finca Espartero, hasta donde atrajo a melómanos americanos de toda suerte, entre ellos numerosos creadores y jipis que convirtieron dicha localidad sevillana pero tan gaditana en una de las mecas imprescindibles de la cultura pop de los 60.

Los máximos honores que él deseaba los recibió en vida, cuando hace cinco años la Cátedra de Flamencología de Jerez le reconoció como una más de entre los suyos: «Pienso que el flamenco tradicional está volviendo a las sombras, a las familias, a la cocina. A mi juicio, el flamenco más o menos acabó hace años, ahora todo está en el escenario - el flamenco de escenario no es lo mío, con todo coreografiado. Sabes, dicen que la época de los festivales era los tiempos buenos, pero en mi opinión fue cuando todo empezó a decaer rápidamente».