MAR DE LEVA

Miedo a la libertad

No cambiaría mis libres pensamientos por un trono», escribió Lord Byron hace casi doscientos años. Los políticos y poderosos del mundo entero no sólo no han leído a Lord Byron, sino que se posicionan abiertamente en contra de sus palabras. Y cada vez más, y con más descaro.

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¿Qué está sucediendo para que el recorte de las pequeñas libertades y comodidades que el ser humano ha ido conquistando a lo largo de la historia se haya convertido en el pan nuestro de cada día de los aparatos censores de los estados? Con la excusa de protegernos del terrorismo, todos los ciudadanos somos sospechosos, y resulta hasta ignominioso cómo te tratan en según qué aeropuerto, y por qué absurdas razones... cuando te dan razones. Con la excusa del pirateo informático, se nos multa de antemano con el malhadado canon, que ahora vamos a aplicar también, tontos especiales como somos en este país de sociedades secretas que no lo son tanto, hasta a los lápices ópticos donde guardamos nuestras fotos y nuestros escritos personales. Con la excusa de no se sabe qué excusa, nada menos que en Italia, país democrático (porque lo verdaderamente grave es eso, que el recorte se esté haciendo en países democráticos), el gobierno del señor Romano Prodi ha intentado controlar ese medio de comunicación todavía en pañales, los blogs, y prohibir la apertura de nuevas páginas de opinión en eso tan moderno de internet a menos que tenga detrás, el blogero, el aval de un periodista de verdad.

Dicen que la pronta reacción de la blogosfera italiana ha parado en seco este intento de mordaza disfrazado de nihil obstat imprimatur. Pero el aviso está ahí, y es claro. Los blogs o bitácoras, y estuvimos debatiendo sobre ello hace diez días en el Congreso Caballero Bonald, son esos diarios en la red que se han puesto de moda desde hace unos pocos años y que, a falta de otra cosa que hacer, entretienen las horas de mucha gente, que expresa en ellos sus inquietudes culturales o políticas, y que engloban si tienen suerte (porque abrir un blog es como tirar una botella al mar, a ver quién te encuentra y te lee) a un grupito de fieles que se dedican, mayormente en horas de trabajo (es sorprendente cómo decae el flujo del debate y la información los fines de semana), a discutir sobre lo divino y lo humano sin que la sangre llegue al río, aunque alguno siempre lo intente.

O sea, un puro pasatiempo, la libertad de expresión que concede el acceso gratuito o barato a un medio de difusión al que, por cierto, no todo el mundo tiene acceso todavía. Constatamos el otro día, tanto mi querido José Manuel Benitez Ariza como yo, el miedo que tienen los grandes medios de comunicación tradicionales a este pequeñito medio de comunicación nuevo, hasta el punto de que no hay periódico que, en su versión online, no haya reconvertido muchas de sus páginas de opinión en supuestos blogs donde se pulsa, y a veces se impulsa, la opinión de la gente de la calle. La alarma del gobierno del señor Prodi (que en el caso del gobierno chino es clara censura, por cierto) nos indica que no sólo los grandes trusts económicos de la comunicación están preocupados por el fenómeno: también los políticos están viendo crecer una moda nueva, y son bastantes los diputados y aspirantes al escaño los que abren en época de veda, digo de elecciones, sus respectivos blogs, para abandonarlos poco más tarde. El miedo a la palabra de los otros lleva a intentar legislar lo que, hasta ahora, había sido ilegislable, cualquiera sabe con qué peregrina excusa.

Es triste que la única alternativa al miedo a la libertad de expresión sea el garrote y el tentetieso. Existen ya leyes, en todos los países, que delimitan de manera muy clara dónde está la opinión, donde está la información, dónde está la difamación y dónde está el insulto, aunque no se aplique muchas veces a la prensa sensacionalista, quizá porque la prensa sensacionalista mueve mucho dinero. Si no fuera porque, como sabemos, los blogs cambiarán dentro de unos pocos años, porque todo muta y evoluciona, y a veces muere sin reconvertirse en otra cosa, esto parecería un intento de poner puertas al mar. Y no estoy yo muy convencido de que no acaben por conseguirlo.

Los millones de blogs que hay ahora mismo flotando en el éter virtual de internet son casi siempre, como bien comentamos el otro día en el debate, un juguete. Y hay que ser muy necio, o estar muy inseguro de tus propios valores, para tenerle miedo al juguete de otro.