Gente

Vendetta

Aqué mujer no le gustaría llegar a los ochenta como Sara Montiel... O sea, con un sempiterno galán despechado que, harto de pedirte matrimonio a lo largo de las últimas cinco décadas sin que le des nunca el sí, decide casarse con otra por pura desesperación. ¿Dónde hay que firmar para llegar a tan avanzada edad con una vida sentimental tan animada y convulsa? Yo firmo.

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Aquí tenemos de nuevo en acción a Giancarlo Viola en el mejor papel de su irregular carrera; el de amante de Sara Montiel. Un papel, eso sí, que nunca ha pasado de ser secundario. Y esto es lo que al pobre Giancarlo le tiene quemado... Más que el sur de California. Esta semana, el italiano ha regresado a España para anunciar ante las cámaras dos cosas. Una, que Sara Montiel sigue siendo el amor de su vida. Y dos, que, a pesar de eso, él va a casarse con otra.

«Si ella no quiere casarse, pues que se quede en su casa», razona Viola en referencia a Montiel. Y luego, mirando a la cámara (tal vez porque a la cara no se atreve) le advierte: «Tú me has hecho muchas a mí, así que ahora puedo hacerte yo a ti una...» La primera pregunta que surge tras semejante declaración es si Viola padece algún tipo de regresión adolescente. Siempre ha sido así.

La segunda cuestión: ¿qué mujer en su sano juicio matrimoniaría con un hombre que dice que se casa por despecho ya que en realidad ama a otra? Sólo puede tratarse de una muy rara, muy interesada o ambas cosas a la vez. Una especie de Tony Hernández con peluca. Ah, el amor... A menudo se escribe con uve de venganza. De Viola, de vendetta... Y, también, de venta de exclusiva.