CAMBIOS. El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad (izquierda), conversa con el nuevo negociador nuclear persa, Saeed Jalili. / REUTERS
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Irán cambia por sorpresa a su negociador nuclear y endurece el diálogo con Occidente

El presidente Ahmadineyad acepta la dimisión de Lariyani y lo sustituye por un hombre de perfil radical Saeed Jalili es viceministro para América y Europa

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Irán mueve ficha en su estrategia diplomática nuclear y deja fuera de la negociación al interlocutor que ha llevado el peso del diálogo con la comunidad internacional en los dos últimos años. «Ali Lariyani ha presentado su dimisión al presidente Ahmadineyad y éste la ha aceptado», informó ayer en rueda de prensa el portavoz del Gobierno persa, Gholam Hossein Elham, quien añadió que la decisión se debe a «motivos personales». Aunque todavía no es oficial, Saeed Jalili, viceministro de Exteriores para Europa y América, se perfila como su sustituto al frente del equipo que el próximo martes se reunirá en Roma con el alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Javier Solana.

Tanto la dimisión de Lariyani como el momento elegido para anunciarla, a menos de un mes para que la ONU aplique la tercera ronda de sanciones, han sido dos grandes sorpresas, aunque el portavoz gubernamental señaló que «el señor Lariyani había puesto su cargo a disposición del presidente en varias ocasiones, pero nunca se le había aceptado».

Ali Lariyani, nacido en 1958, es un político conservador moderado con una larga carrera dentro del régimen. Fue ministro de Cultura en la etapa de Rafsanyani y durante diez años ocupó la jefatura de la Radio Televisión Iraní. En 2005 se presentó como candidato a las elecciones, que finalmente ganó Ahmadineyad, pero no pasó del 5,94% de los votos.

Hijo de ayatolá y hermano de un miembro del Consejo de los Guardianes, su puesto como secretario general del Consejo Supremo para la Seguridad Nacional (órgano compuesto por 18 miembros que se encargan de determinar las políticas de defensa y de seguridad del país) fue una designación directa de Mahmud Ahmadineyad. Era, a su vez, uno de los dos representantes del líder supremo en este organismo, por lo que ha levantado suspicacias el hecho de que haya sido Ahmadineyad y no Jamenéi quien aceptara su dimisión.

«Lariyani no tenía nada más que ofrecer a Occidente. Su discurso se había agotado porque su capacidad de maniobra era mínima. Su postura era la de no parar el enriquecimiento de uranio, en consonancia con el presidente, pero tampoco era proclive a la instalación de más centrifugadoras. Había conseguido el apoyo de Solana y Al-Baradei para defender ante EE. UU. un Irán con 3.500 centrifugadoras a pleno rendimiento, ni una más. A cambio, se estudiaría el levantamiento de las sanciones», señaló un analista de un diario reformista.

Este tope en el número de centrifugadoras también lo habría respaldado Vladimir Putin en su última visita a Teherán -Lariyani se desplazó a Moscú hace pocas semanas para concretar la oferta que debía presentar a la UE-, pero no convence a un Ahmadineyad, que considera que el «caso nuclear está cerrado» y se muestra dispuesto a seguir instalando más centrifugadoras hasta llegar incluso a tener capacidad para exportar uranio.

Saeed Jalili parece el elegido para seguir al frente de las negociaciones. Nada más conocerse la dimisión de Lariyani el primer nombre que salió a la palestra fue el de Hassan Rohani, anterior responsable del diálogo nuclear en la etapa de Jatamí, pero debido a su perfil más cercano al bloque reformista, pronto quedó descartado.

Sin concesiones

Viceministro de Exteriores para América y Europa, Jalili no posee ni de lejos el bagaje de su predecesor. Conservador radical de la línea del presidente, su designación ha sido interpretada por expertos de los círculos reformistas como «un paso más hacia la línea dura. Los actuales gobernantes no quieren hacer concesiones en el tema nuclear, lo consideran innegociable y por eso necesitaban un hombre más manejable que Lariyani».

Desde el Gobierno, sin embargo, se quiso recalcar que el relevo no supone ningún cambio en la negociación y que Irán va a seguir con la misma estrategia. «Lo importante es que el diálogo siga adelante. No importa cuál es la forma del trabajo y quién negocia sino que lo importante es que quien lo haga lo envíe el Estado y que la labor vaya adelante en el marco de las políticas de trabajo», destacó en su comparecencia el portavoz, Gholam Hossein Elham.

Falta menos de un mes para que se cumpla el próximo ultimátum de la ONU y, aunque las negociaciones con la UE se mantienen e incluso hay un equipo de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) trabajando estos días en Irán, la República Islámica no parece dispuesta a hacer ninguna concesión a Occidente. El desarrollo del programa nuclear con fines pacíficos es la piedra angular de su política y se siente preparada para afrontar las consecuencias.

Todas las decisiones referentes a la cuestión nuclear del país persa son responsabilidad última de Ali Jamenéi, con lo que la salida de Lariyani y la entrada de una persona afín a Ahmadineyad para manejar la situación en un momento clave como el actual, se puede interpretar como una muestra de apoyo del líder supremo al presidente y una apuesta firme por el discurso uniforme e irreversible del dirigente ultraconservador en la cuestión atómica.