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El circuito de Jerez: la catedral del mundo

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Dos décadas de espectáculo, velocidad y emoción han hecho que el trazado jerezano sea considerado por buena parte de los entendidos del mundo de las dos ruedas como la catedral del motociclismo a escala mundial. Desde su inauguración en abril de 1986, el asfalto de uno de los trazados más importantes de toda la geografía mundial ha visto desfilar por sus más de cuatro kilómetros a muchas de las leyendas del mundo de las dos ruedas. Ángel Nieto, Crivillé, Wayne Rainey, Luca Caladora, Sito Pons o Kevin Schwantz son sólo una pequeña parte de la gran historia del Circuito de Jerez.

Además, hay que tener en cuenta que la pista jerezana no sólo ha acogido a 19 Grandes Premios de Motociclismo, sino que durante unos años el circuito jerezano también lideró, junto a Barcelona, la gran expansión que está viviendo actualmente la Fórmula 1 con Fernando Alonso. Aunque no estén dentro del mundo del motociclismo, figuras tan alargadas como la de Ayrton Senna y la del alemán Michael Schumacher dan buena cuenta de la solera de un circuito y una ciudad que puede incluir dentro de sus atractivos la pasión por los caballos, el vino, el flamenco y la velocidad a las dos ruedas.

Desde su creación el Circuito de Jerez ha ido creciendo año tras año.

Su estreno se produjo ante la atenta mirada de más de 130.000 espectadores de todos los lugares del planeta. En aquella época existían cuatro categorías: 500, 250, 125 y 80 cc. Sería en esta última donde empezarían a despuntar pilotos legendarios como Aspar y Crivillé. Fueron las primeras de las muchas vueltas que darían ambos pilotos al dibujo jerezano. Y es que en sólo seis años el Circuito de Jerez va a acoger a 70.000 espectadores más. En 1992, la organización del Gran Premio se consolidaba y Mike Doohan se hacía con el puesto más alto del cajón aquel día. Por contra, el momento más delicado de la historia del Circuito se vivió un año después con la muerte del piloto japonés Kaway. Sakata se hizo con la victoria en el octavo de litro para homenajear a su compatriota.