Psicología

Patri psicóloga: «Lo peor que puedes hacer ahora es esconder la cabeza debajo del ala»

La psicóloga Patricia Ramírez, Patri psicóloga, aporta en su última obra 'Somos fuerza' recursos emocionales útiles para vencer la adversidad y superar las crisis

- Escucha el podcast con Patricia Ramirez sobre la convivencia y las relaciones de pareja.

Patricia Ramírez, Patri Psicóloga, autora del libro 'Somos fuerza'.
Raquel Alcolea

Raquel Alcolea

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«Soy de las que, ante la adversidad , primero entro en shock . En una especie de bloqueo emocional en el que ni siento ni padezco. Ni lloro, ni me alegro, ni me alarmo, ni me relajo. Entro en una especie de estado de observación. Sentirme desinformada en ese momento me lleva a enmudecer y a no sentir. Y, por supuesto, a no tomar decisiones. Cuando se decretó el estado de alarma , durante la primera semana del confinamiento , no daba crédito al giro que había dado mi vida. No estaba triste, ni ansiosa, ni siquiera preocupada. 'Me he bajado del mundo, que giraba a toda velocidad a mi alrededor, y no sé ni en qué parada estoy', me decía a mí misma. 'Observa, Patri, y cuando te sientas preparada, súbete otra vez', me ordené. Lo de bajarme del mundo me duró más o menos una semana. Y en cuanto mi cerebro hizo clic, me convertí en una máquina solucionadora. Yo soy así. Invento, creo y actúo »... A la psicóloga Patricia Ramírez, como a casi todos, el estado de alarma le cayó con un jarro de agua fría pero, tal como revela en el arranque de su libro «Somos fuerza» el shock inicial no la dejó congelada en el estupor. Observó, analizó y preparó su plan de acción.

Y a esto es precisamente a lo que invita en su última obra: a actuar y a enfrentar la adversidad, un elemento que, según explica, forma parte de la vida y debemos aceptar.

En «Somos fuerza» revelas que los errores, las crisis y los fracasos no nos proporcionan aprendizajes, sino que nos dejan cicatrices. Esta idea pone los puntos sobre las íes a todos los que se les llena la boca diciendo cuánto van aprender con la pandemia...

A una pequeña parte de la población sí que le dejará un aprendizaje, pero lo que explico en «Somos fuerza» es que las experiencias traumáticas, sean errores o crisis, no generan aprendizaje por el simple hecho de vivirlas. Que uno lo pase mal e incluso recapacites sobre lo mal que has pasado no te va a cambiar. Lo que te va a cambiar es que con lo que has vivido elabores un plan de acción para que puedas generar ese aprendizaje y esos nuevos conocimientos. Comprometerse con lo que estás viviendo durante tu crisis sí que puede generar cambio. A los que dicen que la pandemia nos hará mejores personas hay que decirles que no, que ya hemos visto que no. Después de estar tres meses aplaudiendo en los balcones muchas personas (afortunadamente, no todas) se han comportado de una manera irresponsable olvidándose de lo vivido. Las crisis nos cambian cuando tenemos el firme propósito de querer cambiar y elaboras un plan.

¿A qué nos lleva el «draque» (ese término que acuñas y que simboliza la unión del drama y queja) en el que parecemos estar instalados?

El «draque» no aporta gran cosa. Tenemos una cultura de quejarnos, de decir lo que está mal y de criticar, pero luego en realidad no vemos que nadie se movilice. Criticamos a políticos, situaciones... etc., pero no nos movilizamos de ninguna manera para llevar un plan de acción y cambiar lo que no nos gusta. Lo que planteo es que cuando lo pasas mal y vives una crisis o una injusticia, el «draque» puntual puede ayudar a desahogarnos, a compartir las emociones y a sacar fuera lo que tenemos dentro para que no se nos acumule pero no podemos estar todo el día siendo un drama ambulante y quejándonos de lo que no nos guste. Eso no hará que cambien las cosas. Nadie va a venir a salvarte. El que tiene que responsabilizarse del cambio es uno mismo. Y para eso, una vez que te has desahogado y te pongas un tiempo incluso diciendo 'mira, voy a estar una semanita llorando', después toca empezar a observar para saber cuál es el problema, en qué he fallado o qué estoy viviendo y de dónde viene esta crisis para poder hacer propuestas y cambios a pesar de mis miedos, inseguridades o la pena que uno lleve encima.

Nos podemos quedar atrapados en el victimismo...

Si, el victimismo te posiciona como la parte perdedora y pasiva. Y desde esa posición solemos sentir inseguridad y que la vida nos debe una. Y si tienes esa sensación estás esperando a que la vida te devuelva lo que te debe. Pero eres tú el que tiene que actuar para que cuando la vida te ponga por delante una serie de oportunidades, estés preparado para aprovecharlas. Pero, sinceramente la vida no va a tocar la puerta y te va a decir «oye, que como tuviste un socio que te ha llevado a la ruina ahora te traigo la bono loto». Eso no va a pasar. Hay que salir de uno y crear nuevas oportunidades

«Las experiencias traumáticas, sean errores o crisis, no generan aprendizaje por el simple hecho de vivirlas»

A menudo has hablado en este tiempo de fatiga pandémica, ¿cómo salimos de ese bucle si seguimos sin certezas

Para vencer la fatiga pandémica , que en realidad tiene las mismas consecuencias que cualquier fatiga mental, debemos actuar en función de los síntomas que tengamos, pues no todos reunimos los mismos. Habrá gente que tenga ganas de llorar, otros habrán perdido la ilusión con el trabajo, otros tendrán miedo de enfermar... Por tanto, cada uno tiene que buscar un plan para salir de ese síntoma. Pero a modo general sí que podemos trabajar las cosas más básicas relacionadas con el estado de ánimo, la actividad física, meditar, dormir, comer bien, descansar...

¿Tenemos que volver a las rutinas?

Claro, es importante mantener las rutinas que nos hacen bien. La pandemia nos ha cambiado muchas de ellas, especialmente las relacionadas con nuestra actividad social y nuestra forma de trabajar, pero sí que podemos mantener algunas y también podemos coger rutinas nuevas. También debemos quedarnos con las cosas bonitas o con las que nos han beneficiado durante estos meses, como bajar el ritmo, por ejemplo.

La idea es tratar de gestionar nuestros estado de ánimo , asimilar rutinas nuevas beneficiosas y agarrarnos a las que podamos mantener y practicar el autocuidado . Vamos a cuidarnos y a mimarnos, con rutinas tan sencillas como las de higiene o belleza, escribir nuestro diario, tener un tiempo de lectura o cuidar nuestras aficiones... Y también recuerda atender al pensamiento, pues no podemos estar todo el día hablando del Covid-19, de las vacunas, de la fatiga pandémica, de los contagios... Mira que la actualidad política nos lo está poniendo fácil en estos días para hablar de otras cosas pero no, seguimos hablando una y otra vez del virus...

La palabra rutina siempre ha tenido mala prensa, pero ahora nos la presentas como salvadora.

Las rutinas siempre me han parecido maravillosas pero es cierto que algunas personas asocian esa palabra con el aburrimiento, con hacer siempre lo mismo y con la falta de espontaneidad. Pero en esto también hay que tener sentido común. Quedémonos con la parte de la rutina que suma, es decir, aquella que nos aporta orden y seguridad en la vida y que nos la hace fácil. Cuando tú tienes un orden determinado a la hora de hacer las cosas facilitas la tarea a tu cerebro. Pero, además, también deberíamos introducir un poco de flexibilidad, de improvisación y de espontaneidad.

«Los gurús de la motivación nos venden que la actitud lo es todo y eso no es verdad»

Nos hablas de la cultura del esfuerzo bajo la premisa de «no se trata de abrir los ojos, sino de abrir el corazón»...

Sin esfuerzo y sin trabajo, aunque tengas un talento increíble, ese talento no vivirá su esplendor. Pero también tenemos que pensar que no siempre hay una relación directa entre el esfuerzo que uno invierte y aquello que recoge , porque la vida no siempre nos viene de cara. La suerte, el destino, el entorno y la gente de la que te rodeas juegan su papel. Pero también debemos saber que el esfuerzo, el trabajo y la disciplina aumenta la probabilidad de conseguir lo que deseamos. Muchas veces intentamos achuchar a aquellos que vemos en crisis diciéndoles que pongan actitud y pongan esfuerzo, cuando en realidad lo que conviene es «abrirles más el corazón», preguntándoles cómo se están sintiendo, qué es lo que les impide avanzar y preguntándoles cómo les puedes ayudar. A veces creemos que ayudamos a alguien diciendo que espabile, que cambie de actitud y lo que hacemos es bloquearle más.

La actitud no lo es todo...

No, lo es. Los gurús de la motivación nos venden que la actitud lo es todo y eso no es verdad. Es frustrante. No es verdad que no tengamos techo o límite. Algunas personas nacen en una familia en la que se tienen más facilidades. Lo hemos visto en la pandemia, con el teletrabajo y los colegios cerrados. Aquellas familias que tenían internet que les iba como un tiro y varios portátiles en casa lo han tenido más fácil para estudiar y teletrabajar que los que no tenían internet o ni siquiera tenían un ordenador. Dile a esa persona que tire de actitud para trabajar o para que sus hijos estudien. No me parece justo. Si lo haces, esa persona se sentirá tremendamente frustrada porque verá que hay una diferencia enorme con otros que lo tienen más fácil. ¿La actitud es importante? Por supuesto. Pero tengamos en cuenta otros condicionantes para ser más compasivos con las personas, porque si no nos podemos sentir culpables o frustrados. Hay que tener en cuenta que a veces las circunstancias no son las mejores ni las más afortunadas.

En 'Somos fuerza' te expones personalmente y nos explicas tu forma de actuar ante la adversidad (observación-análisis-acción), ¿qué actitudes son las que más nos perjudican frente a la adversidad?

Lo peor que puedes hacer ante la adversidad es meter la cabeza debajo del ala o hacer el avestruz. Algunas personas se esconden y no quieren afrontar la parte de la crisis que sí es controlable y lo que hacen es acrecentarla todavía más. Eso de hacerse el loco y no coger el teléfono, no abrir las cartas que llegan del banco o no acudir a la cita del abogado cuando mi pareja me dice que se quiere separar solo alarga la agonía. Todas las crisis tienen una parte que tenemos que aceptar, porque nos viene dada (por un duelo, por una ruptura, por un despido...) y otra parte en la que podemos seguir interviniendo. Pero, además, cada uno tiene su ritmo. Yo soy de las personas que al principio se queda observando para saber qué es lo que está pasando y captar información, pero luego me convierto en una máquina solucionadora. Pero habrá gente que necesite un ritmo distinto o unos tiempos distintos o incluso hincharse a llorar. Pero una vez que tú has observado, llorado, empatizado o has hecho lo que necesites en ese momento, tienes que reaccionar. Todas las crisis necesitan que en algún momento reacciones y protagonices tu salida de ella porque no pueden venir a rescatarte. No te escondas y afronta porque si no lo haces ahora, lo tendrás que hacer dentro de un año o dentro de cinco. Tarde o temprano lo tendremos que hacer. No podemos permitir que una crisis nos deje en el camino.

Patri Psicóloga, con su libro 'Somos fuerza'

«No nos falta talento, nos falta confianza». Este otro mensaje de tu libro es tranquilizador...

Podemos actuar al margen de nuestra inseguridad, por supuesto, pero es importante entender que todas las personas tenemos talentos y competencias, pero como no estamos acostumbrados a mirar dentro y a indagar, sino que más bien estamos entrenados en criticarnos y en vernos los defectos, nos cuesta ver cuál es nuestra valía. Parte del autoconocimiento viene de mirar qué me apasiona, qué me gusta, qué puedo hacer... porque cuanto más conocimientos tengamos de eso más seguros nos vamos a sentir. Es importante decirles a todos que todos tenemos un talento porque hacemos cosas bien que sobresalen por encima de la media. El talento está relacionado con cualquier actividad que hagamos en la vida. Y en eso tenemos que confiar. Cuanto más confiemos en nuestros talentos, más seguridad y autoestima tenemos y más fácil será tomar decisiones, pero en ese camino de reconstruirnos y creer en nosotros, tira para adelante con la inseguridad, que con ella se pueden también hacer muchas cosas.

¿Por qué a algunas personas les cuesta tanto pedir ayuda?

Porque lo ven como una debilidad. Incluso hay algunas personas que piensan que si piden ayuda luego van a tener que devolverla y a veces no se quiere estar en deuda y se prefiere tener esa autonomía o no quiere verse débil. Hay muchas personas que han tomado decisiones en su vida en contra de lo que otras pensaban y cuando piden ayuda parece que es como reconocer que se han equivocado. Pedir ayuda es una cura de humildad y hay que pedirla porque hay tanta gente alrededor que está deseando ayudar y no sabe cómo, que si se lo ponemos más fácil, podrán colaborar para que nos sintamos mejor.

Con el concepto de autocomplacencia le das la vuelta a la tortilla porque siempre se vendió como un anti-valor

¡Es un valor! La RAE dice que es la satisfacción por los propios actos o por la propia condición o manera de ser. Es algo maravilloso. Es un paso más allá de la aceptación porque es aprender a estar a gusto con nuestra manera de ser, con nuestro físico, con lo que somos... Y además eso no quiere decir que la gente no pueda seguir trabajando en sus cambios. Puedes querer más, claro que sí, pero que seas consciente que con lo que ahora eres, eres maravilloso y disfruta de este momento mientras te vayas superando en cualquier otra cosa que quieras, pero no puedes estar rechazándote hasta que llegues al nivel de lo que quieres conseguir porque entonces: ¿Nos aceptamos cuando tengamos 50 o 60 años? ¿Y durante el resto del camino nos criticamos? Yo creo que no, que eso no es así.

¿Volvamos entonces a los valores como base para crecer ante la adversidad?

Sí, de hecho fue algo de lo que disfrutamos durante el confinamiento. Sentimos la generosidad del vecino, salimos al balcón a aplaudir, vivimos un sentimiento de pertenencia que nos reconfortó en aquel momento... Pero con esto sucede lo mismo que con los aprendizajes tras una crisis. Si no seguimos trabajando de manera activa en ese cambio de valores, luego se nos olvidará y tenderemos de nuevo a la irresponsabilidad, al egoísmo y a que cada uno vaya mirando por lo suyo... Tenemos que esforzarnos por conservar esos valores porque hemos comprobado que nos hacen sentir bien aunque sea más cómodo ir a lo nuestro...

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