Afroyin, el método inspirado en las danzas africanas que mejora el autoconocimiento

Las creadoras de este método buscan acompañar a las personas que lo deseen a integrar su cuerpo en su proceso de crecimiento personal a través del movimiento consciente

Ana Belén Carrera, durante una de las sesiones.

R. A.

Danza y trabajo corporal para mejorar el autoconocimiento , el movimiento consciente y la salud física y mental. Esta es la base de Afroyin, el método que creó hace más de 20 años la experta en desarrollo personal Ana Belén Carrera combinando su experiencia en el mundo del fitness y su aprendizaje de danzas africanas. A lo largo de su trayectoria la experta ha comprobado, a través de diferentes cursos y formaciones, que el movimiento consciente ayuda a conectar con el potencial natural de cada persona, mejora la funcionalidad del organismo, equilibra las emociones y aporta claridad mental. «Cuando el cuerpo se siente vital y con fortaleza vivimos con más armonía y alegría en nuestra vida», explica.

Junto a su socia, Azul Ochoa, Carrera fundó hace más de una década en Barcelona el 'Gimnasio del Alma', donde imparten el Máster de Pedagogía en Movimiento y Danza para el Desarrollo Personal y Energético y donde recientemente han dado un paso más allá haciendo evolucionar el concepto de Afroyin hacia otro más amplio al que han denominado 'Sanación en Movimiento'.

Ana Belén Carrera.

Con estas sesiones buscan acompañar a las personas que lo deseen a integrar su cuerpo en su proceso de crecimiento personal . De hecho, tal como aclara Carrera, no solo no es necesario que los participantes tengan nociones de danza sino que están diseñadas para que cualquier persona las pueda realizar, independientemente de sus capacidades físicas o incluso de su movilidad.

La estructura de la sesión, que suele durar unas dos horas, se divide en varias fases:

La primera fase , tal como explica Carrera, sirve para conectar con uno mismo a través de la respiración y tomar consciencia de cómo se encuentra a nivel físico, emocional y mental. «Es un espacio para que sientan y puedan darse cuenta de que es lo que necesitan descargar, equilibrar, nutrir y transformar», revela.

La transición de la primera a la segunda fase se hace primero con un calentamiento suave, a través de dinámicas de movimiento orientadas a que el alumno ponga en circulación la energía estancada (contracturas, dolores, tensiones o pensamientos recurrentes), para equilibrar el sistema nervioso, que es el que controla los órganos y las funciones de nuestro cuerpo.

Después se plantea un punto más aeróbico, con movimiento dirigido, para activar y tonificar los grandes grupos musculares y con un tipo de música que permita subir la energía del grupo. «El objetivo principal es elevar la temperatura corporal para oxigenar, liberar y sacudir todo lo que enquista la energía vital, como por ejemplo las preocupaciones, el estrés o la ansiedad», explica.

De esta manera se entra en la segunda fase con el cuerpo más ligero y permeable y, tal como describe Carrera, «con una mayor disposición para conectar con la naturaleza amorosa del corazón». En esta fase se realizan dinámicas por parejas enfocadas a que el alumno se identifique con su energía más genuina y pueda sentir que las corazas, los miedos y su sistema de defensa lo alejan de lo que realmente es su esencia. «Es un trabajo terapéutico que se aborda con consciencia, amor y mucho humor para relativizar la tiranía del ego y abrirse a la armonía del corazón», aclara la experta.

Uno de los momentos de las sesiones.

La tercera fase se enfoca en celebrar y en nutrir el jardín interior de alegría y de gozo. Suenan los tambores, y los participantes disfrutan de las danzas africanas que activan la alegría de ser, de vivir, de celebrar y de agradecer el presente. Es un maravilloso momento de comunión con uno mismo, con los otros y con la vida.

La cuarta y última fase es para integrar todo lo vivido y volver a la quietud y al silencio. Los alumnos se sientan en círculo y comparten con los otros los cambios que han sentido en su cuerpo a nivel físico, emocional y mental.

Cuerpo y mente unidos

«Lo que se mejora en la mente se mejora en el cuerpo y viceversa». Con esta frase la experta, que además es autora del libro 'Dame tu mano y camina' la autora defiende que hemos de ser conscientes de que no hay separación entre el cuerpo y la mente. De hecho asegura que lo que intentan a través de sus clases es acompañar y guiar a los alumnos en su proceso de crecimiento personal a través del movimiento, la danza y la expansión de la consciencia. «Integramos lo físico, lo emocional y lo espiritual para que el alumno pueda crecer, sanar y evolucionar», revela.

Una de las claves para lograrlo es el conocimiento de la anatomía y del entramado sutil que sostiene al cuerpo. «El cuerpo es la conexión más cercana con la fuente de la vida, nos conecta con todo lo que nos sucede, todo lo que no se ve pero se siente; nos ayuda a hacer consciente lo inconsciente. En él tenemos grabada la historia vita l, la memoria y las creencias que nos limitan, pero también las cualidades y los dones que nos hacen crecer, brillar y avanzar en nuestro camino», argumenta Carrera.

Por eso la autora defiende que, a través del movimiento consciente y de la danza, es posible manifestar y asimilar la energía que se moviliza en procesos terapéuticos, de cambio y de transformación

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