Manuel Fernández y Miriam Gil en el yacimiento donde se quiere hacer el merendero
Manuel Fernández y Miriam Gil en el yacimiento donde se quiere hacer el merendero - J.J.M.
PATRIMONIO

Patrulla vecinal para proteger el pasado en Marbella

Un grupo de ciudadanos se organiza para preservar los importantes restos romanos de San Pedro, ahora tapados

MARBELLA Actualizado: Guardar
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Es un grupo de vecinos de Marbella y no van a permitir que se expolie el tesoro romano que hay bajo sus pies. Los vecinos de la barriada de San Pedro de Alcántara se han convertido en guardianes del pasado de la ciudad. Armados con sus móviles no dudan en denunciar cada actuación que pueda dañar el yacimiento arqueológico que hay enterrado, según los informes de la Junta de Andalucía, a aproximadamente entre uno y cuatro metros de profundidad bajo el suelo de San Pedro.

«La servidumbre del área de protección arqueológica llega casi hasta el casco antiguo de Estepona. Hay restos romanos en un área de unos 10 kilómetros. Aparecen desde Guadalmina a las ruinas de Río Verde», señala Manuel Fernández, uno de los vecinos de San Pedro que denunció las últimas actuaciones en suelo protegido.

«Se estima que hay un yacimiento de la envergadura de Baelo Claudia en Cádiz», remarca Fernández, quien explica que los vecinos están vigilantes para que las zonas vírgenes no sigan sufriendo expolios o destrucción por las obras.

En las últimas semanas, han ido contra el Ayuntamiento de Marbella cuando usó maquinaria pesada y provocó zanjas de 50 centímetros en los trabajos de acondicionamientos del nuevo merendero junto a la basílica paleocristiana de Vega del Mar. No dudaron en poner la actuación municipal en conocimientos del Seprona, que investiga los hechos, donde afloraron los restos de la extensa necrópolis que se oculta en la zona. «No podemos saber de forma exacta el tesoro que hay bajo la tierra. Se cree que está Cilniana. Se han encontrado las bóvedas romanas, la basílica, las factorías gárum y la necrópolis», explica Catalina Urbaneja, historiadora y presidenta de la asociación en defensa del patrimonio «Cilniana».

«Las tumbas llegan al mar. Los restos afloran cuando se rasca. Hay una vieja calzada romana entre las tumbas, que han llegado a aparecer hasta debajo de los jardines de las viviendas», matiza Miriam Gil, otra de las vecinas denunciantes de las actuaciones en el yacimiento. «Hubo una excavación, pero no había fondos para continuar. Los arqueólogos decidieron enterrar para preservar lo que hay debajo. Estamos a la espera de una corporación que quiera recuperar los restos enterrados», apostilla Urbaneja.

Producción de garum

Los expertos apuntan a este gran asentamiento en la Vía Aurelia que unía Malaca y Gades. Era uno de los grandes centros de producción de gárum —una salsa de pescado preparada con vísceras fermentadas que se consideraba afrodisiaco y era un sazonador de la comida—. La factoría está ahora bajo el mar y apareció en la desembocadura del Arroyo del Chopo.

El yacimiento ha sido destrozado en su mayor parte. El desarrollo urbanístico en los años 70 no dejó lugar a la conservación del patrimonio. La creación de urbanizaciones y núcleos de población acabó con gran parte del mismo. «Los vecinos cuentan cómo algunas de las casas están construidas sobre ruinas romanas», explica Urbaneja. Con Jesús Gil como alcalde continúo la debacle, que incluso se vio agravada.

El urbanismo tomó entonces el suelo al abordaje y las ruinas no pudieron ser preservadas. Había que construir y se hacía por la noche, para no tener problemas si aparecían restos. Ante cualquier descubrimiento, se enterraba y se seguía echando hormigón. Con el tiempo sólo quedaron pequeños reductos, como las termas romanas.

Pero el más importante son los entornos de la basílica paleocristiana de Vega del Mar. «Es la única zona virgen que nos queda y no vamos a permitir que se la carguen», señala Catalina Urbaneja, que está en contacto con los vecinos para tener una férrea vigilancia sobre el yacimiento.

Denuncia al Ayuntamiento

Fruto de este acuerdo vecinal, «Cilniana» ha denunciado al Ayuntamiento de Marbella por «atentar» contra los restos que hay en el subsuelo. En un informe remitido a la Consejería de Cultura acusan al gobierno local de haberse saltado las leyes de patrimonio andaluzas con su actuación en este entorno protegido. La Junta de Andalucía recoge en su anuario este reducto arqueológico como «zona de servidumbre arqueológica» debido a la basílica y la necrópolis detectadas. La oposición en el Ayuntamiento, también, ha exigido responsabilidades por estos hechos.

«Para cualquier actuación en la zona hace falta un arqueólogo que verifique que nos hay restos», señala la historiadora. «Los vecinos, para ejecutar obras en sus propiedades, deben tener un informe de un arqueólogo que permita la obra», remarca Manuel Fernández, que lamenta las últimas actuaciones en el entorno poniendo en riesgo los restos que, según la Consejería de Cultura, van desde el Bajo Imperio Romano a la Alta Edad Media, con restos visigodos únicos y con una pila bautismal única en el mundo.

«Hemos detectado maquinaria municipal hasta en tres ocasiones. También excursiones de niños con una señora, que dice ser arqueóloga, que han desenterrado restos y echado arena sobre el yacimiento», matiza Miriam Gil.

Pero el tesoro no sólo está en peligro por culpa del desarrollo urbanístico de empresas y gobernantes, sino que las denuncias también han llegado por la presencia de expoliadores. La Policía Local intervino, al día siguiente de las obras del Consistorio, por la llamada de estos vigilantes vecinales, a un hombre con un detector de metales que andaba por la zona. Las denuncias de la presencia de un presunto expoliador por la zona llegaron al Seprona, que confirmó el aviso, pero no actuó porque estaba la Policía Local al cargo de la situación. Sin embargo, en el Consistorio niegan haber actuado y haber interceptado a nadie con un detector.

«Está claro que el Ayuntamiento ha dado órdenes de tapar todo este asunto. No quieren que sigan las noticias y que se olvide el asunto», concluye Manuel Fernández. Sin embargo, el Consistorio esta semana reconoció que había sido un error introducir una excavadora en el yacimiento.

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